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El amor hace la unión

Lo de Sirius y James era historia vieja para la mayoría de los magos, incluso para esos que nunca los habían visto actuar ambiguamente. Había pocos tan cercanos y especiales como ellos, e incluso cuando Lily estaba en la ecuación esto siempre se sintió extraño. Aun así hubo a quienes esta unión tomó desprevenidos.

Fue una verdadera boda relámpago, ninguno quería perder más tiempo. Era como si algo los persiguiera, la propia vida o el resentimiento que cargaba Sirius sin desearlo, incluso la tristeza de James tal vez.

Harry no los había visto bien, por eso para él fue tan extraño como para esos pocos. No pudo evitar intentar extender una salida a Sirius, creyendo que era su necesidad de formar una familia lo que le motivaba.

─Si no quieres estar con él, si no te hace feliz, no tienes que hacerlo. ─le dijo en secreto antes de dormir─ Siempre vas a ser mi padre y su mejor amigo. En lo que a todos respecta, tu ya eres un Potter.

Pero Sirius no tenía más hogar que James, lo necesitaba y jamás fue su elección. No es como si Harry pudiera entenderlo aún, faltarían varias décadas para que su corazón dependiera con la misma intensidad de alguien, y entonces recordaría a sus viejos padres y cuánta razón tenían.

En el amor de Sirius no había más alternativa que James. Su corazón se había movido hace tiempo, cuando aún era niño; esa era su única forma de vivir. Sin James, para Sirius, todo era nada.

─No somos perfectos, pero somos nosotros. ─le contestó. Había un brillo melancólico en sus ojos que no parecía natural, uno que no lo abandonaría en todo el tiempo restante que les quedaba juntos.

James y Sirius eran como un matrimonio viejo y ya cansado, una relación desgastada que tuvo su mejor momento hace tiempo.

─Ojala tu tengas algo perfecto, cachorro. ─arrullo, abrazándose a él y cerrando los ojos para dormir.


Tom estaba desde muy temprano desfilando por los dormitorios de la familia con su traje y capa a juego, el cabello bien engominado y una expresión engreída , como si todos allí le debieran dinero. 

James ya había tenido varios encontrones con él. Y es que entre los nervios por sus segundas nupcias y la fatalidad de saberlo novio oficial de Harry, el carácter se le escapaba.

Para James la idea de Tom y Harry era una constante intranquilidad, algo que le punzaba incesantemente y no lo dejaba en paz. Si existía una razón por la que no los había separado a la fuerza era Sirius, que estaba de su parte, y James no podía siquiera pensar en ponerse en su lado malo de nuevo.

Harry se sentó con Sirius cómodamente junto al fuego a ver su disputa, en lo que el último se arreglaba el cabello. Hasta el momento (y para sorpresa de nadie) Tom se burlaba sin ninguna dificultad de los esfuerzos de James por molestarle. 

Sirius solo podía taparse el rostro para no continuar presenciando la humillación de su futuro esposo, pero Harry podía notar como sonreía. Le encantaba ese ambiente familiar que incluso la aversión de su padre hacia Tom generaba.

Era todo tan bello, que un pensamiento cruzó por la mente de Sirius. Era una especie de maldición él nunca dejarse ser completamente feliz.

En cierto momento sujetó muy firme la mano de Harry y este no entendió por qué. Lo volteo a ver con duda, tal vez eran los nervios de la boda o una inspiración para cancelar todo aquello tan apresurado; de todas formas, Harry estaba listo para ayudarlo a huir en cualquier momento, pero Sirius se había retraído mirando el vacío y temblando suavemente.

El castillo en nunca jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora