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El diablo de la torre

Harry se apiló con James frente al fuego. Esa noche Sirius tenía clases, y había logrado expulsar al inesperadamente pegajoso Tom Riddle (que se fue de mala gana, sujetando su retrato de Dumbledore) por un tiempo.

A James le gustaba enterrar la nariz en su cabeza e inhalar profundamente el aroma de su cabello, eso lo relajaba y a Harry le daba cosquillas. Era un gesto tan familiar que Harry no sabía que echaba de menos.

─Está molesto conmigo. ─comentó James de pronto, pensando en voz alta.

Harry supo enseguida a quien se refería, porque había mucha gente enojada con James Potter pero solo uno que le importara. ─¿Entiendes por qué?

James guardó silencio unos segundos, los dos miraron las llamas consumir un leño. Canuto fue una angustia y constante vacío en su vida los últimos años. Lo castigaba con frialdad y desapego como si James pudiera vivir sin él, solo había logrado prevalecer gracias a miradas robadas y la devoción que le tenía.

─No fui suficiente. ─murmuró.

James era frágil, como si la mínima contradicción terminará por romper su mente. Harry quería protegerlo del mundo, pues era un hombre muy bueno que no había sido tratado correctamente, pero no podía cuidarlo también de sí mismo.

No había actuado bien con Sirius, su indecisión lo lastimó. Los problemas entre ambos no radicaban en falta de amor o defectos morales, había pocos que amaran tanto como ellos, es solo que entre ambos la entrega había sido desigual. Sirius había estado continuamente en desventaja.

Harry no deseaba ni podía opinar sobre su relación de pareja, este era un tema entre ambos que como hijo no le correspondía. Pero no podía permitir que se hicieran daño, y si no funcionaban como amantes Harry los prefería separados.

Pero James no lo entendía. Seguía consumido en sí mismo, en toda esa pena y asco, que no comprendía que para Sirius fue perfecto. Ambos eran una pareja hecha en el cielo, cada uno una extensión del corazón del otro.

─¿Qué parte de ti no es suficiente? ─pregunto irascible, levantándose─ ¿Quién dijo eso?

A James le provocó una risita el interés de su niño por hacerle justicia. Ahora Harry era un adulto, pero su personalidad seguía tan infantil.

─Papá. ─Harry tomó sus mejillas y le habló con mucha firmeza, enmudeciendolo─ Eres un hombre excelente, de talento desmedido y bello carácter. Canuto te ama tanto, que por ti manipulo magia que juró jamás tocar. No hay cosa en este mundo que él no haría por ti, eres el único que no lo entiende.

Harry miró los enormes ojos de ciervo de su padre, tan brillantes y tristes que lo dejaban sin aliento.

─Pero si al final no haces nada con todo ese amor, si no le correspondes en la misma medida, entonces si, tal vez tienes razón y no eres suficiente para él. ─le dijo cuidadosamente.

A James sus palabras le flagelaron el corazón, se alejó de su hijo sintiéndose incómodo y herido. Miró en dirección a las habitaciones con indecisión. 

─Sirius es muy bueno, papá. Y merece más que tu amor a medias. ─artículo rápidamente, antes de que James se cerrará y negara a oír más.

─Jamás le he dado menos de lo que puedo dar, pero esa noche de Halloween la vida perdió su brillo y yo mi corazón.

─Has tenido suficiente tiempo para sanar. ─Harry se arrodilló sobre los cojines, su rostro pétreo como el de un Dios prejuicioso─ No eres una víctima papá, eres James Potter: alborotador y tormento. Destruiste a tantos para crecer y ante un solo golpe de la vida te viniste abajo, pero ahora tienes que levantarte.

El castillo en nunca jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora