Capítulo 26

45 3 0
                                    

DEREK

Desperté en mi cama, en mi habitación, en casa de mi tía.

No sabía cómo había llegado aquí.

No recordaba mucho poco después de que Stiles le diera una paliza a la mierda seca de Gerard Argent.

Tras abrir los ojos e incorporarme un poco como podía porque me dolía vi que Stiles estaba durmiendo en una silla al lado de la puerta de la habitación.

— Ha estado ahí desde que te trajimos aquí– dijo una voz que reconocería en cualquier parte.

Mi tía, Regina Hale-Mills.

Ella estaba sentada en una silla al lado de mi cama, pero entonces se levantó y despertó a mi chico.

Regina le susurró algo y luego salió de la habitación.

— ¡Gracias, amor!– le dije sonriendo.

— ¿Por que?– me miró con una sonrisa en su rostro aunque confundido.

— Por venir a buscarme y rescatarme. Era algo muy peligroso y arriesgado. Eres mi salvador.

Él se sonrojó un poco ante mis palabras.

— Volvería a hacerlo sin dudarlo ni un instante– se acercó a mi– Te quiero, Der, y haría lo que fuera por ti– me dio un suave beso en los labios– Además sé que tú habrías hecho lo mismo.

— Obviamente, porque lo que sentimos el uno por el otro es mutuo, pero ¿como lo lograste?

Él soltó una pequeña risa.

— Bueno, para empezar fue gracias a la ayuda del novio de Peter.

— ¿Está aquí?– pregunté sorprendido y mi chico asintió– Pues quiero agradecérselo y saludarle.

Intente levantarme de la cama, pero Stiles no me lo permitió.

— No saldrás de esta cama de momento, cariño– dijo con un tono severo y yo fruncí el ceño– Has pasado por mucho y tienes, no, necesitas descansar y recuperarte.

Entonces bufé.

— ¿Quieres que continúe con la historia?– asentí con el ceño fruncido– Pues no me interrumpas– me regaño.

Tras eso yo rodé los ojos y él continuó.

— Aaron, el novio de tu tío, me ayudo a meterme en ese horrible monasterio diciendo que era mi padre y que quería que me curaran.

Stiles rodó los ojos y suspiró.

— Al principio ese asqueroso cura no se fiaba del todo, pero en cuanto le dijo que pagaría lo que fuera, su opinión cambió rápidamente. Después de eso me encerró en un sitio y a los pocos minutos vinieron a buscarme un par de gorilas sin cerebro, los matones del viejo supongo.

— ¿Y que hiciste entonces?– pregunté con mucha curiosidad.

Esta historia me tenia intrigado y enganchado.

— ¿Que dije antes de interrumpir?– dijo divertido.

Yo me disculpe mientras rodaba los ojos y él rió.

— Conseguí deshacerme fácilmente de esos matones gracias a un regalo de mi padre.

Yo quería preguntarle sobre ese regalo, pero fui paciente y no le interrumpí.

Sin embargo él no seguía.

Lo estaba haciendo a propósito para divertirse un poco a mi costa.

Aunque a veces él me haga rabear a propósito, era una de las muchas cosas que amaba de mi novio, lo travieso que era.

MAMÁ, SOY GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora