Capítulo 51

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DEREK

— Llamó a declarar a Gerard Argent– pronunció Cole Tuner, el abogado de Talía.

En ese momento se abrió la puerta de la sala y entró ese maldito viejo que me había infligido tanto dolor.

Todo mi cuerpo se tensó al verlo. Tenía cada músculo apretado, más en cuanto mi chico lo noto me acarició suavemente mi mano, lo que me ayudó a relajarme un poco.

Sin embargo, el cura torturador estaba algo cambiado.

Ahora Gerard iba en una silla de ruedas y se le veían marcas de heridas por quemaduras en sus manos.

Él iba avanzando poco a poco por el pasillo hasta donde se encontraba la jueza Ana María Polo, más en ese momento no reparé en su asquerosa sonrisa perversa y maniaca.

Tras hacer el juramento de la verdad con una siniestra sonrisa en su rostro, el abogado del demonio le pidió que hablase de su relación con Talía y si era cierto que había sido contratado por esta para reconvertir a su hijo a la heterosexualidad.

El cura volvió a sonreír de esa forma tan oscura que por desgracia yo recordaba perfectamente de mis sesiones de tortura y a continuación procedió a hablar.

— Así es. Talía Hale me contrató para curar a su hijo inmundo, pecador y nauseabundo a cambio de que cuando estuviera curado de su problema saliera con mi querida Kate– confesó el viejo sorprendiendo a todos en la sala– Y cuando ese ser– señaló a Stiles con una mueca de asco– sacó a las dos abominaciones que estábamos tratando de arreglar– frunció el ceño– Talía como castigo por fallarle destruyó mi monasterio.

— ¡¿Que?!– exclamaron muy desconcertados a la par que sorprendidos Talía y Cole.

— Puede que no tenga pruebas– soltó con saña el viejo cura– mas no tengo dudas de ello– miró con un profundo odio a la mujer– Talía Hale me dejó en este estado deplorable. Condenándome a vivir el resto de mi vida sin poder caminar, apresado en esta maldita silla de ruedas, y a mi hija Kate con la mitad de su cara quemada, quedando deformada y destrozada.

Yo me alegré de escuchar eso y le agradecí mentalmente a quien quiera que fuera que lo provoco.

— Su señoría, también se obra en mi poder un informe médico de mi cliente después de ser rescatado del monasterio y que demuestra la tortura sufrida– añadió Peter, entregando dicho informe a la jueza.

Ana María Polo abrió los ojos como platos horrorizada en cuanto examinó rápidamente el informe y después me miró con lastima y pesar y acto seguido miró a Talía negando lentamente con su cabeza mirándola con decepción y dijo:

— Sra. Hale, déjame decirte una cosa. Nadie quiere tener un hijo homosexual para que luego crezca y sean discriminados por personas como tú...

— Yo no soy discriminadora– la interrumpió Talía con el ceño fruncido.

— Sí, lo eres y se te sale por los poros– contestó subiendo su tono de voz– y que una madre le haga algo así a su propio hijo es un acto tan perverso, cruel, despreciable y malvado que no sé cómo puede seguir mirándose al espejo o dormir tranquila tras causar tanto dolor y sufrimiento.

En ese momento pasó algo que jamas en la vida me habría esperado.

Talía Hale comenzó a llorar.

Nunca en toda mi existencia había visto a mi madre llorar. Ella siempre fue una mujer extremadamente fría.

Aunque evidentemente sabía que Talía estaba fingiendo para causar pena al jurado y a la jueza.

— Yo... solo quería arreglarlo– negó con la cabeza la jueza y a continuación Talía lloró más, lo que enfadó a Ana Polo y entonces está última elevó más su tono de voz.

— ¡No llores! ¡Que esas lágrimas son de cocodrilo! ¡Porque tú eres malvada!

— ¡Yo no soy malvada!– protesto Talía entre lágrimas intentando defenderse.

— ¡Tú eres malvada!– prosiguió la jueza sin hacer caso a lo que soltaba mi madre– ¡Eres la típica mujer que puede ser bonita, pero todo lo que tiene de bonita, lo tiene de mala! Las células de tu cuerpo y de tu alma están podridas.

Talía volvió a intentar abrir la boca para excusarse más la jueza Polo no se lo permitió.

— Abogado del demandante, tiene algo más que decir o podemos dar por concluido los testimonios y que el jurado delibere la solución del caso.

— En realidad, su señoría– comenzó a decir Peter con una sonrisa diabólica en su rostro– existe algo más que me gustaría mostrarles que demuestra una vez más la inestabilidad mental de Talía Hale.

Hasta aquí este capítulo

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Hasta aquí este capítulo. Espero lo hayáis disfrutado mucho.

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