Capítulo 40

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DEREK

Ahora mismo me encontraba en uno de los grandes balcones que tenía esta casa con mi novio.

En concreto estaba besando sin parar apasionadamente a Stiles, bueno o más bien devorando su boca.

Yo no quería para nada separar mis labios de los de mi amor, más tenía que hacerlo por desgracia para poder coger oxígeno.

— No es que me queje, Der, porque ya sabes que me encantan tus besos, pero no soy tonto y sé que lo haces para no pensar en la pelea que acabas de tener con Cora– mi novio sonrió travieso con diversión– Aunque repito, no es que me queje– soltó una pequeña risita.

Yo bufé.

— Simplemente no lo entiendo, Sti– inhale y exhale aire– Como puede siquiera intentar defender a ese monstruo– fruncí el ceño– Después de todas las atrocidades que ha hecho y ha provocado.

— Ella no ve así a Talía. Cora la sigue viendo como su madre, Der.

— Sigo sin entenderlo– gruñí.

— Puede que tal vez sea porque ella no ha pasado por lo mismo que tú. Ella no ha pagado caro las acciones de Talía con sufrimiento y dolor– reflexioné sobre eso y podía tener sentido– Quizás solo necesita tiempo para acabar aceptando a Talía como lo que es, como el resto de nosotros sabemos que es, una maldita víbora.

Me quede un rato en silencio pensando en eso, pero poco después esos pensamientos desaparecieron al quedarme hipnotizado mirando los preciosos ojos miel de Stiles.

Esos ojos que me miraban enamorados, con preocupación, más sobre todo con amor.

Pensé en la asombrosa suerte que tenía de tener a este hermoso hombre en mi desastrosa vida. Un hombre que me hacía sentir querido y amado, que traía alegría a mi corazón, que aunque no quiera sonreír siempre me saca una sonrisa, uno con el que estaba seguro al 100% que quería compartir mi vida.

— ¿Tengo algo en la cara?– preguntó sonrojado mi novio al darse cuenta de cómo le miraba.

En ese momento no pude evitar sonreír tímidamente, y justo después dije:

— Te amo, Stiles.

Él me miraba boquiabierto.

— Nunca nos habíamos dicho eso– pronunció lenta y cautelosamente.

— Lo sé– le sonreí.

— Yo obviamente también te amo, Derbear.

Ambos inclinamos la cabeza y nos acercamos lentamente al otro hasta que nuestros labios se tocaron delicada y amorosamente.

Sin embargo unos pequeños golpes en la puerta del balcón interrumpieron el momento e hicieron que se separaron un poco.

— Siento interrumpir el momento, hermano– le dijo Cora algo sonrojada, seguramente por la escena que acababa de presenciar– Quería hablar contigo para intentar solucionar la situación por la que acabamos de pasar.

— ¿Lo dices en serio?– alce una ceja sorprendido ya que ambos somos bastante tercos y orgullosos.

— Es Nochebuena, Derek, y odiaría haber arruinado la noche.

Yo agarré la mano de Stiles para que no se fuera, aunque creo que eso sería lo último que haría mi novio.

— Pues tú dirás, Cora.

— Cuando antes discutimos sobre Talía e intente defenderla fue porque un día me gustaría poder perdonarla– yo entonces le iba a protestar, pero ella vio mis intenciones y continuó– No hoy, ni mañana por supuesto, pero algún día en el futuro me gustaría poder hacerlo.

MAMÁ, SOY GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora