Capítulo 47

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NARRADOR

— ¿Podemos verlo?– acabo preguntando el abogado.

La doctora asintió y lo acompañó hasta la habitación donde se encontraba Aaron.

Mientras tanto en la sala de la casa Hale, Talía se encontraba furiosa y profundamente descontenta, dando vueltas en círculo.

— Eres un patético y estupido inútil, Rafael. Te ordene que acabarás con mi entrometido hermano– chillaba por teléfono– Una petición muy fácil y no pudiste hacerla bien. Además de lo poco original que fuiste.

— ¿Por que dice eso?

— Yo hice algo parecido con mi difunto esposo, con la diferencia de que yo lo hice bien, no como tú, inservible incompetente.

— ¡¡Cierra tu fea boca de una vez, Talía!!– exclamó el corrupto agente del FBI alzando la voz.

— ¡Como te atreves! ¡Tú no vas a hablarme de esa manera!

— Te hablaré como me salga en gana– empezó a soltar mucho de lo que se había estado guardando todo ese largo tiempo trabajando para ella– Pronto no tendrás nada Talía. Tras el juicio, el cual probablemente ganará Peter, lo perderás todo– se rió burlándose de la mujer– Todo lo que tienes, todo tu poder se desvanecerá.

Talía se encontraba rabiosa, en cólera, escuchando al que hasta ese momento había sido su sucio lacayo.

— Pagarás caras esas palabras– le amenazó la mujer, pero el agente McCall volvió a reírse de ella.

— No lo creo, querida, ya que muy pronto, en cuanto pierdas el juicio, no tendrás nada.

— ¡Eso no sucederá!

Rafael volvió a reír.

— Por supuesto que si. Además Peter ahora tiene aún más motivos e incentivos para acabar contigo, Talía. Por eso hice que ese accidente se pareciera al que tú provocaste para acabar con tu esposo.

La mujer abrió los ojos muy sorprendida y apretó los dientes con rabia.

— No fue por falta de originalidad, si no para que tus hermanos supieran que tú y solo tú eres la responsable de este momento tan trágico, angustioso y agrio momento.

— ¡¡¿Me has tendido una trampa?!!– exclamó chillando desquiciada.

— Puede– rió– Ahora estás sola, Sra. Hale. Completamente sola y eso no es debido a los demás, como a ti te gusta pensar.

Talía frunció el ceño.

— Buscas a quien culpar– pronuncio con desprecio el agente– pues mírate en el espejo porque la única culpable de tu miseria y desgracia eres tú, junto con tus malos deseos y acciones.

Entonces el agente Rafael McCall colgó, acabando con la conversación.

Tras eso Talía maldecía con desesperación a su ex lacayo entre chillidos, a sus hermanos y a sus hijos, a la vez que lanzaba su teléfono al espejo en cuanto observó su propio reflejo, con lo que este se rompió en varios trozos.

Regina, Derek, Stiles y Peter seguían rápidamente a la doctora Melissa McCall hasta la habitación del hospital en la cual se encontraba Aaron Pyrostar, donde la doctora les dejó a solas con el ingresado

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Regina, Derek, Stiles y Peter seguían rápidamente a la doctora Melissa McCall hasta la habitación del hospital en la cual se encontraba Aaron Pyrostar, donde la doctora les dejó a solas con el ingresado.

Nada más entrar al cuarto todos ellos soltaron un jadeo asustados por el estado de Aaron.

Él se encontraba tumbado en una camilla, rodeado y algo envuelto por cables, con máquinas a su lado derecho y al izquierdo una gran bolsa de suero.

— ¡Oh, madre mía!– exclamó ante la desgarradora imagen Stiles.

Peter se acercó poco a poco a su prometido hasta estar junto a su lado y en ese momento Aaron movió sus ojos hacia donde se puso su lindo novio, ya que no podía moverse mucho, y así poder observarle a él y su reacción ante su estado lo mejor posible.

Peter pasó suavemente y con delicadeza sus dedos sobre una mejilla de su novio, acariciandola, al mismo tiempo que de sus labios escapaba un susurro.

— Mi pobre Aaron– soltó alguna lágrima– ¿Que te ha hecho ese engendro?

El prometido del abogado intentó decir algo, más el mayor de los Hale no se lo permitió.

— Descansa, mi pequeño. Afortunadamente te recuperarás poco a poco. No hagas esfuerzos, ¿si? Así te recuperarás cuanto antes– pronunció con dulzura.

— Peter...– soltó Aaron con un hilo de voz.

— Por poco te pierdo y... yo no sé qué haría si eso pasara. Que... que sería de mi sin ti, mi niño– dijo entrecortado mientras se le escapaban unas cuantas lágrimas más.

— Nunca me perderás– su voz se escuchaba ronca, seguramente debido a que tenía la garganta algo seca– Volveré a la normalidad pronto... y después tendremos una gran y preciosa boda.

El abogado asintió con los ojos cristalizados.

— Mas prométeme... una cosa– pidió Aaron lentamente.

— Claro, bebé. Lo que pidas lo tendrás– acepto Peter sin siquiera saber de que se trataba.

— Quiero que le hagas pagar a Talía todas las atrocidades que ha hecho.

— ¿Que?– preguntó confundido ya que no se esperaba que su chico le hiciera una petición así.

— Todos en esta habitación sabemos quien es la responsable del accidente... y mi estado. Talía... Hale. Y obviamente yo no era el destinatario de ese ataque...

— Aaron– pronunció con pesar Peter interrumpiéndole.

— Claramente iba a por ti, bebé– continuó– Y si recurrió a algo así es debido a... su desesperación. Ella sabe que es muy probable que pierda el juicio... y con ello todo cuanto ama... es decir, su poder y su dinero.

— Tiene razón– soltó el chico de lunares en un tono serio– Ese macabro plan debía ser su as en la manga para así evitar el juicio y así aludir perderlo absolutamente todo– reflexionó en voz alta– A pesar de que ya perdió lo más importante– miró entonces a su hermoso novio de ojos verdes.

— Tiene mucho sentido– suspiró Regina– Y sabemos que Talía es perfectamente capaz de algo así.

— Peter... prométeme que no tendrás piedad con ella– pidió finalmente Aaron.

— Te lo prometo, mi pequeño– juro antes de acercarse a su chico y darle un suave beso en la frente– No tendré ninguna clemencia.

Aquí acaba este capítulo

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Aquí acaba este capítulo. Espero os haya gustado.

MAMÁ, SOY GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora