Capítulo 37

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2 de julio 2016

Las vacaciones estaban por iniciar, lo que significaba que podía pasar más tiempo con mi dulce princesa, y con Jack y Punzie. Normalmente las vacaciones las tomábamos para hacer estupideces, pero ahora...

Era sábado y esta vez invite a Mérida a un museo de antropología con el pretexto de hacer la tarea de historia (cosa que si es cierta). El museo quedaba en el centro de la ciudad y no, no nos quedaba cerca.

El día estaba nublado para ser julio pero eso era lo que me gustaba del clima, nunca esta estable. Adoro los días así, no hace ni calor pero tampoco hace frío, esta "normal".

Al llegar estacionamos el auto y salimos. Nos quedamos a dos cuadras del museo, era una cita... la vigésima cita que hemos tenido desde que nos conocimos.

-Sabes, me gusta mucho los días así- comenta Mérida mientras nos dirijimos al museo.

-¿En serio?- Mérida me sorprendía cada día más, creí que a todas las chicas les gustaba el día soleado y caluroso como Rapunzel, pero ella no. Creía que a todas les gustaba el color rosa por ser femenino, pero ella no. Creí que a todas les gustaba el maquillaje en exceso hasta quedar como payasos, pero ella no. Creía que no les gustaba el deporte, que solo lo hacían para bajar de peso no porque les gustara, a ella no.

Mérida no era como las demás. Ella es especial a su manera, y eso la hace brillar. Es una chica hermosa, a quien le gusta mucho el color verde, le encanta hacer ejercicio en especial si se trata de arquería, no usa mucho maquillaje, le gustan los vestidos y las faldas pero prefiere los short (y yo también los prefiero, se ve mas hermosa usándolos) oh pantalones de mezclilla, come lo que se le da la gana en enormes cantidades y no le importa subir de peso, es lista, atenta, dulce, con carácter, risueña. Se que si llego a tener problemas ella estará ahí para mi, tendré un hombro en donde llorar, unos brazos para darme un abrazo, unas palabras de consuelo, estará siempre conmigo en las buenas y en las malas.

-Si, es... hermoso. No hace mucho calor pero tampoco mucho frío. Me gusta sentir el viento en mi cara, me siento más yo- cierra sus ojos para sentir la leve brisa, haciendo que su cabello vuele y tenga una hermosa imagen de ella. Disfruta cada segundo de su vida, lo cual me parece fascinante.

-A mi también me gusta, es así como me siento en la mayoría de veces- con ella puedo expresarme, y tal vez... pueda ser Hiccup, el estupido Hiccup Haddock a quien le hace falta amor.

-¿De verdad?- me mira atenta.

-Si, aveces parece que todo se derrumba a mi alrededor, que la vida es injusta conmigo y que el mundo es así, gris- la miro, y veo que esta sorprendida- pero, ahora el mundo es de otro color, porque tu estas en el y lo llenas de alegría. Me sacas de la oscuridad y me muestras lo que es la felicidad.- ella sonríe, dejando caer algunas lágrimas. Una cosa más es que mi chica era fuerte.

Es increíble que eso halla salido de mi boca, no he hablado con sinceridad sobre mis sentimientos desde que tenía cinco años, pero se sentía bien, creo que... no es bueno que te guardes todo, por primera vez me permito creer que hay alguien que te escuchará y que te apoyará, y esa persona es Mérida Dumbroch.

Mérida se ha quedado sin palabras, y después de repasar lo que dije yo también lo estaría. Se que ella cree que mi vida es perfecta y me alegra que piense eso... oh me alegraba. Ella siempre me ve sonreír y no doy rastro de la vida que tengo, y creo que es algo difícil de creer. Solo espero que algún día pueda tener el valor de contarle la verdad y ser yo mismo otra vez.

-Hey, no llores- le sonrió, acercándome mas a ella para limpiar sus lágrimas.

-Es... ¿como haces para decir algo así y que parezca... romántico?- leyendo mi amor.

Cuando era niño no tenía nada que hacer durante tres horas antes de que llegara mamá, así que buscaba algo para entretenerme y encontré novelas que seguramente mi madre leía. Me sorprendía como un hombre se podía expresar de una manera tan... así. Siempre quise ser uno de esos hombres que dicen lo que sienten de una manera tierna oh romántica, y gracias a Jack y a esas novelas lo puedo hacer con facilidad... solo con ella.

-Creo que es algo natural en mi- me encogí de hombros.

-No soy buena hablando Hicc, pero quiero que sepas que tienes todo mi apoyo, si tu caes yo caigo contigo. Si tu ríes yo río contigo. Si tu lloras yo lloro contigo. Si sufres yo sufro contigo- sonreí.

-Nunca nadie me había dicho eso antes, gracias- tenía inmesas ganas de llorar, pero no lo hice. La abracé fuertemente, me sentía querido, importante, especial. Es la primera persona que me ofrece apoyo de una manera diferente. Ella esta dispuesta a dar todo por mi, como yo estoy dispuesto a darlo todo por ella.

Nos despegamos y seguimos caminando. No puse atención al museo, estaba más concentrado en las palabras que me había dicho hace media hora. Sabía muy bien que ella no se expresaba de esa manera con nadie, excepto yo. Y eso me hacia sentirme especial.

Al cabo de pasar una hora en el museo sin poner atención, recordé que hasta arriba había una azotea con un pequeño jardín. Jalé a Mérida y nos salimos del grupo para quedar solo nosotros dos.

-¿Que pasa?

-Sígueme.

No fue muy difícil burlar a los guardias, subimos muchas escaleras hasta dar con una puerta donde decía claramente "patio de emergencias", yo sabia que era un patio para cualquier otra cosa que no fuera una emergencia. La abrí y me solté de Mérida y le cubrí los ojos.

-¿Confías en mi?- le pregunté.

-Confío en ti.

Subimos los últimos escalones y la lleve al centro del patio, donde obtenías una vista asombrosa de la ciudad. Con cuidado fuí quitando mis manos para que ella pudiera apreciar mejor el lugar.

-¡Es bellísimo!- exclama ella con entusiasmo- ¿como sabías que esto existía?- me mira con una gran sonrisa mientras sigue apreciando de la azotea.

-Jack y yo hacíamos travesuras todo el tiempo.

-Claro.

Mérida tocaba con delicadeza las diferentes flores. Se me ocurrió la idea de volver a bailar.

-¿Quieres bailar?

-No hay música.

-Eso no importa.

-Soy un desastre.

-Eres una gran bailarina. Toma mi mano, y la otra en mi hombro. Adelante y atrás, derecha izquierda...

Comenzamos a bailar lentamente, Mérida estaba concentrada en nuestros pies. Cuando tuvo la confianza suficiente me miro a mi y el
mundo dejó d existir. Me sentía como la primera vez que bailamos. Me perdí en el color de sus ojos.

Poco a poco comenzó a llover, pero a ninguno nos importó, no importaba nada mas que ella y yo. Le sonreí tiernamente. Y ella me devolvió la sonrisa. La dí una vuelta y ella resbaló, la tome de la cintura quedando a centímetros de sus labios.

Ella se acercó un poco mas a mí y pegó sus labios con los míos. Se tomo de mis hombros para no caer.

Ese beso fue hermoso, era dulce y tierno pero era especial por tener un poco de sabor salado por culpa de la lluvia.

Siempre creí que los besos en la lluvia no existían, que era otro cuento de hadas pero no. Eran casualidad tal vez, la cosa mas hermosa. De repente caí en cuenta que estaba viviendo mi propio cuento de hadas.

-Estoy hecha un desastre ¿no? Es por eso que también me gustan estos días.

-Aun hecha un desastre eres hermosa .

Mericcup: Daily of HiccupDonde viven las historias. Descúbrelo ahora