FAHRAN
La noche cerrada se cernía sobre él mientras avanzaba por el bosque helado y húmedo, descendiendo por el sur de la cordillera Gálea. Ciry iba a su lado, guiándolos, y él se ocupaba de decidir qué sendero era el más adecuado para seguir hacia la dirección que ella señalaba. Ya habían tenido que eliminar a dos parejas de exploradores imperiales, y habían sido muy afortunados de no encontrarse con batallones más numerosos.
Tras él, Itusz, Dryl, Láuryel y Alvya completaban la expedición. Por su parte, y según el plan, Iorg y el grueso del ejército rebelde deberían estar en esos momentos descendiendo el río Ibdeny en las enormes balsas que los dheins habían diseñado. En teoría, llegarían hasta el lago dentro de dos días y aprovecharían la oscuridad para desembarcar, salir a campo abierto y guarecerse tras una de las lomas de la hondanada en la que se incrustaba Ibdil para esperar su señal.
La señal de que habían logrado salir del túnel con vida y abrir las puertas de la ciudad.
A Fahran le parecía una locura.
Había partido muchas veces hacia misiones peligrosas, pero aquella se llevaba la palma. Se había despedido de Anglia con las tripas en la garganta y la certeza de que no volvería a verla jamás. Había ido a buscarla a la cocina y le había entregado el mapa que le había pedido a Dryl que dibujase.
—Cuídate. Si la ciudad cayese, huye hasta aquí —le dijo, entregándoselo mientras ella intentaba contener las lágrimas—. Es la antigua mansión de Gadriel. He hecho que lleven conservas, velas y leña. Podrás esconderte allí hasta que todo se calme. Los dheins están asentados un poco más al norte, ¿ves? Lo he marcado en el mapa. Gerdrid y los suyos te protegerán.
—Pero, ¿estamos en peligro? —le preguntó ella, asustada.
—Vicuse siempre estará en peligro, al menos hasta que no acabemos con Dresdent. Con esos barcos con Explosionadores navegando por nuestras aguas y los vedrianos acechando al sur... En fin. Iorg dejará la ciudad desprotegida. Insistí en que no debía hacerlo, pero dice que será absurdo intentar entrar en Ibdil con menos soldados. Confía en que nuestros exploradores no han visto rearmarse a las columnas de Triara y en que los vedrianos no se atreverán a atacar por su cuenta. Hazme caso y apréndete el camino, ¿sí? Si las cosas se tuercen, ve hasta allí y no mires atrás. Intentaré volver a buscarte —pronunció la última frase con escaso convencimiento, pero con la intención de tranquilizarla.
—Fahran... —Ella estrujó el mapa y se lo guardó en el bolsillo con rapidez para abrazarlo con fuerza. Las lágrimas le rodaban por las mejillas, sonrosadas por el calor de la cocina—. Prométeme que volverás. Si Ayna no puede hacerlo... Dime al menos que tú sí regresarás. No puedo perderos a ambos.
Ella sollozó y Fahran la estrechó con fuerza.
—Te prometo que lo intentaré, hasta mi último aliento.
Anglia se había resistido a soltarlo y dejarlo marchar, pero al final había tenido que hacerlo. Él se había alejado con el corazón roto, viendo como la mujer que lo había cuidado como una madre se dejaba caer en una silla y jadeaba desconsolada.
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Crónicas de Galedia III: Gran Ialmyr
Fantasy***ATENCIÓN: SPOILERS SI NO HAS LEÍDO LOS DOS LIBROS ANTERIORES*** SINOPSIS La caída de Vicuse a manos del ejército rebelde hace que el Imperio se tambalee. Ayna es ahora un importante símbolo de la resistencia y Fahran debe aprender a sobrevivir e...