Capítulo 81

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"I'll survive in this nothing, leading nowhere

I survive, feeling strong for how much longer?
I'll survive in this nothing, leading nowhere
I survive, survive"

"Sobrevivo en esta nada que no lleva a ningún lugar

Sobrevivo pero, ¿hasta cuándo me sentiré fuerte?

Sobrevivo en esta nada que no lleva a ninguna parte

Sobrevivo, sobrevivo"

Sobrevivo, sobrevivo"

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NÍBEA

Pateó con todas sus fuerzas la espalda de Silas, pero el hombre no se inmutó mientras la lanzaba a la grupa de un inmenso caballo negro. Después saltó tras ella y la sujetó con fuerza.

—Estaos quieta —farfulló el grandullón.

Níbea lo golpeó con más energía.

Él espoleó al caballo, que salió a toda velocidad hacia el este, alejándola del campamento.

—¡Déjame con mi hijo! —le chilló, intentando morderle una mano.

—¡Estaos quieta! —repitió él. Su tono de voz era tenso. No parecía cómodo con la tarea que le habían encomendado—. ¿No veis que la alternativa es que Dresdent os mate? Al menos en el bosque tendréis una oportunidad.

—¿Es que no lo entiendes? ¡Me da igual que me mate! ¡Quiero estar cerca de Fahran!

—¡No pensabais igual cuando lo enviasteis al Bastión!

Níbea sintió como si hubiese recibido una coz en las tripas.

—Eso fue un error, un terrible error. Y quiero subsanarlo. ¡Llévame con el!

—No puedo. Son órdenes de Dresdent. Dejad de retorceros de una vez.

—¿Qué pensaría tu madre de ti? ¿Qué creerías que haría si estuviese en mi situación y la alejasen de ti? Creo recordar que era muy cariñosa contigo antes de que se la llevasen esas fiebres.

—¡No mencionéis a mi madre!

—¡Pues déjame bajar, zopenco!

Silas se sumió en un terco mutismo. El caballo seguía galopando y el campamento se quedaba cada vez más atrás, casi oculto por una de las colinas de Eabor. Níbea siguió sacudiéndose y gritándole durante un rato, pero las fuerzas empezaban a flaquearle. Se dejó caer contra él, desolada. Si la dejaba en ese bosque jamás llegaría a tiempo para volver a ver a Fahran.

—Tienes razón —musitó—. He sido una madre horrible. Envié a mi hijo a un lugar infame porque pensaba que el poder y la riqueza eran lo mejor para todos. Estaba equivocada. Él no quería dinero ni influencias. Quería que yo fuese cariñosa con él. Que no lo apartase de su hogar. Jamás podré perdonármelo. Sé que es probable que mi hijo muera en unas horas. Dresdent ha jurado vengarse de él y los rebeldes están en desventaja. Y yo estaré lejos. No podré enmendarme. Ni siquiera podré velar su cuerpo.

Un sollozo se le escapó de la garganta y tuvo que apretarse las manos contra los párpados para no llorar.

Para su sorpresa, los brazos de Silas se tensaron a su alrededor y las riendas dieron un tirón. El caballo se ralentizó hasta detenerse.

—Bajad —dijo el hombre.

Níbea apenas podía creerlo.

—Pero...

—Bajad. Todavía no estamos lejos del campamento. Si camináis a buen paso podréis volver. Pero si os matan, no se quedará en mi conciencia.

Níbea se deslizó como pudo de la grupa del altísimo caballo y cayó desmadejada en el suelo. Se levantó enseguida, alisándose el ajado vestido.

—Gra-gracias —tartamudeó.

Silas espoleó al caballo y se alejó en la oscuridad.


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Crónicas de Galedia III: Gran IalmyrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora