Capítulo 54

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"All I ever wanted to do was do right things

I never wanted to be the king, I swear
All I ever wanted to do was save your life
I never wanted to grab a knife, I swear"

"Todo lo que siempre quise fue hacer las cosas bien

Nunca quise ser el rey, lo juro

Todo lo que siempre quise fue salvar tu vida

Nunca quise coger un cuchillo, lo juro"

Nunca quise coger un cuchillo, lo juro"

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FAHRAN

Media docena de soldados se aproximaban a ellos con las armas en ristre.

—¡Identificaos! ¡Las manos en alto! —exclamó uno de ellos.

—¡Están armados! —advirtió otro.

—¿Qué hacemos? —gimió Ciry.

Fahran sopesó la situación durante un segundo y llegó a la conclusión de que solo podían hacer una cosa, por mucho que le desagradase.

—Matarlos lo más rápido posible, antes de que alerten al resto.

Desenvainó a Freiya y un cuchilllo y se lanzó contra el soldado que tenía más cerca, intentando no fijarse en su rostro para no coleccionar una nueva cara que lo persiguiese en sus noches de insomnio. Lo cogió desprevenido y enseguida se deshizo de él clavándole el cuchillo justo debajo del esternón, apuntando hacia el corazón. A su lado, Itusz se batía con un par de hombres y, un poco por detrás, Ciry se defendía como podía de otro. Fahran corrió hacia ella y se lo quitó de encima atravesándole la nuca con el cuchillo. De los seis que conformaban la expedición, ella era la única que no era un soldado. Había ido hasta allí para guiarlos y sabía usar las dagas de forma básica, pero no era suficiente para acabar con los hombres del imperio. Fahran la apartó de la refriega de un empujón y se encaró con el soldado que quedaba en pie mientras Itusz se deshacía de su tercera víctima. El hombre se dio media vuelta y echó a correr. Fahran supo que no podía dejar que se escapara, o todos estarían perdidos. Lo persiguió por una de las calles perpendiculares a la fuente, notando cómo un fiero instinto de supervivencia se apoderaba de él. Todos sus sentidos y cada fibra de sus músculos estaban concentrados en capturar y matar a su presa. La necesidad de silenciarlo bullía por todo su cuerpo, acelerando su corazón y su respiración y dándole velocidad a sus extremidades. Lo alcanzó mientras intentaba doblar una esquina. Lo sujetó por la parte de atrás del peto negro de su uniforme, idéntico al que él había llevado durante tantos años, y lo estampó contra el suelo con brutalidad. El imperial, apenas un muchacho, abrió la boca con una expresión del más hondo terror pintada en las facciones, sabiendo que iba a morir, pero Fahran le cortó la garganta antes de que pudiese proferir ningún sonido. La sangre le borboteó en la tráquea con un murmullo horripilante hasta que se se ahogó con ella entre estertores.

Crónicas de Galedia III: Gran IalmyrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora