FAHRAN
El corazón se le detuvo al ver a Ayna desplomarse con una flecha atravesándola de parte a parte. Varios metros tras ella, recién salido desde detrás de los restos de una tienda, Silas jadeaba y cargaba un segundo proyectil en el arco. Fahran corrió hacia él más rápido de lo que había corrido en toda su vida, adelantando a Itusz y al resto de rebeldes que se abalanzaban hacia allí.
Llegó hasta Silas un segundo antes de que disparase. Le dio un empujón tan fuerte que ambos cayeron al suelo y la flecha rebotó cerca de una de las piernas de Ayna. Los dos rodaron sobre la ceniza, forcejeando. Fahran se impuso y le propinó varios puñetazos en la cara.
—¿Por qué? —le chilló con lágrimas en los ojos—. ¿Por qué lo has hecho?
—Es... Una bruja —contestó Silas, sangrando por la nariz e intentando zafarse de él—. Ha matado al Gran Ialmyr.
Fahran logró inmovilizarlo contra el suelo y desenvainar un cuchillo. Lo apoyó en el cuello de Silas.
—¿Por qué no podías dejarlo estar? —aulló.
—Era mi deber. Hazlo, Fahran, mátame. Ya estás condenado.
—¡Fahran! —le gritó Itusz, arrodillado al lado de Ayna—. ¡Apresúrate!
Su tono desgarrado no auguraba nada bueno. Fahran se incorporó a toda prisa. Lauryel aguardaba a su lado, con la espada preparada y los ojos inyectados en sangre. La suevyr descargó su espada en el cuello de Silas sin ningún atisbo de duda.
Fahran corrió hacia Ayna y se arrojó a su lado. Ella yacía en un charco de sangre. Itusz le taponaba la herida del pecho, en la que había puesto un montón de hojas y hierbas. Fahran le aferró las manos sanguinolentas y le acarició la cara.
—¡Que alguien avise a Daimen! —gritó, desesperado—. ¡Ayuda, por favor!
—Han ido a buscarlo con un caballo —gimió Itusz.
—Fahran... —pronunció Ayna con un hilo de voz. Los ojos ambarinos, ya vidriosos, se clavaron en su rostro con intensidad—. Lo hemos logrado. Lo hemos hecho juntos. A pesar de todo.
—Sí, mi amor, lo hemos hecho. Y ahora viviremos muchos años en la Comunidad. Resiste, por favor —volvió a besarle las manos y el rostro.
—Perdóname por haber dejado que el miedo nos robara el tiempo —musitó ella—. Te quiero, Fahran.
—Y yo a ti, y yo a ti. Resiste, por favor. Ha sido mi culpa. Debería haber matado a Silas cuando tomamos la ciudad. Lo dejé escapar. Soy un estúpido.
—No es culpa tuya. Eres una buena persona.
— No puedes dejarme. No me dejes, mi amor.
—Nunca lo haré. Te esperaré en el río.
Ella cerró los ojos y la cabeza se le cayó hacia un lado. El pelo cobrizo se le manchó de cenizas.
Fahran la contempló, incrédulo, creyendo que perdería la razón de un momento a otro. Volvió a apretar la mano helada de Ayna y gritó.
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Crónicas de Galedia III: Gran Ialmyr
Fantasy***ATENCIÓN: SPOILERS SI NO HAS LEÍDO LOS DOS LIBROS ANTERIORES*** SINOPSIS La caída de Vicuse a manos del ejército rebelde hace que el Imperio se tambalee. Ayna es ahora un importante símbolo de la resistencia y Fahran debe aprender a sobrevivir e...