Capítulo 69

113 28 15
                                    

"May you be warned 

Your wall shall break"

"Estás avisado, 

tus paredes se romperán"

tus paredes se romperán"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

FAHRAN

La ciudad se estaba transformando poco a poco en un enorme campamento militar, con tiendas de lona sucia extendidas por doquier. Iorg había hecho un llamamiento masivo y enviado emisarios por toda Galedia, exhortando a cualquier persona que estuviese en desacuerdo con Dresdent a unirse a ellos en lo que llamaba «la batalla definitiva». En lento goteo iban llegando hombres y mujeres que querían unirse a la resistencia, bien para luchar o para colaborar de alguna otra forma. Había sobre todo sanadoras, tantos años escondidas y reprimidas, y también numerosos milicianos de Mondrian y de Valedia.

Los números de la resitencia crecían en la misma medida que las ínfulas de Iorg. Había pasado por la espada a cualquiera sospechoso de simpatizar con el Imperio y se fiaba chivatazos sin pararse a realizar mayores investigaciones. Los sospechosos eran automáticamente señalados como culpables de traición a la Comunidad y ejecutados.

A Fahran le había encomendado el entrenamiento de la milicia y le había entregado el mando de la misma, para su sorpresa. Le había otorgado el rango de guardián de forma oficial y parecía haberse olvidado de su pasado como imperial, aunque bajo su ceño recto siempre habitaba un deje de displicencia cuando ambos charlaban.

Mientras Itusz y él supervisaban los intentos de varios milicianos por batirse con espadas romas, el cuerno de alerta de las puertas de la ciudad resonó en el aire.

—Serán más voluntarios llegando —supuso Itusz con un bostezo—. Al final a Iorg le ha salido bien su proclamación como ser divino. Parece que está acudiendo bastante gente.

—Civiles sin experiencia motivados por una mentira —rezongó Fahran, contemplando como a uno de los milicianos se le escurría la espada de entre los dedos—. Los enviará a su muerte. Y, sin embargo, ha dejado marchar a los dheins y se niega a intentar negociar con Vedria. Su cabezonería va a matarnos a todos.

—Los dheins eran unos buenos camaradas —confirmó Itusz—. Pero solo estaban aquí por las tierras y por...

—Por Ayna.

Fahran tragó saliva con dificultad. Aunque por el día intentaba mantenerse ocupado, por las noches perdía cualquier esperanza de volver a verla y se despertaba varias veces entre pesadillas, con el corazón desbocado y las sábanas empapadas de sudor.

—Por lo menos conservamos los explosionadores —comentó Itusz con una sonrisa dubitativa.

—Eso si llegan hasta aquí. La montaña es peligrosa. Están tardando demasiado.

—Anímate, Fahran. Daimen llegará enseguida con los explosionadores. Y volverás a verla.

El itinerante le palmeó un hombro y se aproximó al grupo que intentaba disparar con arco para evitar que una flecha perdida acabase clavada en un sitio indebido.

Crónicas de Galedia III: Gran IalmyrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora