AYNA
Un sol cobrizo iluminaba toda la colina, mostrando con crudeza la superioridad del ejército Imperial. Los hombres de Dresdent, apostados en ordenadas hileras escarlata, contrastaban con el desaliño del ejército rebelde. Una tensión invisible crepitaba en el aire. Ayna podíae escuchar plegarias y sollozos a sus espaldas. Intentó aislarse del miedo que la rodeaba y clavó la vista en el bando enemigo. Dresdent estaba a tan solo unos metros de ella. Por fin podría vengar a sus padres, a Mel, a Anglia y a todos los que habían muerto y sufrido durante aquellos largos años de Imperio.
Ian se abrió paso hacia ella, tendiéndole las riendas de un llamativo caballo color caramelo. Ayna le acarició el morro, intentando tranquilizarlo y recordando a Noche y a Roan, a salvo al otro lado de las murallas de Ibdil.
—Se llama Reyvenar—. Era el caballo de guerra del Ialmyr Volmer.
Ayna tomó las riendas y saltó a la grupa. Tras ella, varios artilleros montaron sendos caballos, preparados para soltar chispas y explosiones a su alrededor.
—Recuerda que liderarás la carga tras la primera oleada de descargas de sus explosionadores. Con suerte, tu presencia hará que muchos soldados se retiren de la batalla. Debemos confiar en ello —prosiguió Ian—. Los que no se amilanen intentarán capturarte. Eres el premio que desean llevarle a su señor. Arriésgate lo suficiente como para que piensen que pueden cogerte, y después retrocede con nuestras tropas. Cuando estén al alcance de nuestros artilleros, los atraparemos. Buena suerte, Ayna.
Ella asintió e inspiró con lentitud. Iorg, unos pasos por delante de ella, se giró y le dedicó una mirada de advertencia. «Prepárate. Esto está a punto de comenzar», le dijeron sus ojos oscuros. Ayna se revolvió en la silla de Reyvenar y se relajó ver a las suevyr, los dheins, los itinerantes y la milicia a su alrededor, preparados para lanzarse con ella a la batalla. Lauryel, al frente de las suevyr, tenía una expresión decidida que hizo que Ayna se llenase de orgullo. Dryl e Itusz lideraban a los itinerantes y Bleik y Erin parecían ansiosos de empezar la refriega que vengaríai la traición de Dresdent a su pueblo. Ayna se preguntó una vez más que pondría en las cartas que Dresdent le había enviado a Iorg. El gusano de la desconfianza no dejaba de horadarle la mente, y supo entonces que eso era justo lo que Dresdent había pretendido. Sembrar la duda entre ellos, desconcentrarlos. Aplastó al gusano y se decididó a confiar ciegamente en los suyos.
Itusz se aproximó entonces a ella y Ayna descabalgó para ponerse a la altura de aquellos ojos azules que resaltaban en la tez morena.
—Buena suerte, iraatz. Esta no es nuestra primera batalla juntos, pero esperemos que sea la última.
—Jamás olvidaré todo lo que me has enseñado y todo lo que hemos pasado juntos. Nunca había tenido un amigo como tú —le dijo intentando contener la emoción de su voz—. Hoy se acabará. Hoy Mel descansará en paz cuando acabemos con sus asesinos.
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Crónicas de Galedia III: Gran Ialmyr
Fantasy***ATENCIÓN: SPOILERS SI NO HAS LEÍDO LOS DOS LIBROS ANTERIORES*** SINOPSIS La caída de Vicuse a manos del ejército rebelde hace que el Imperio se tambalee. Ayna es ahora un importante símbolo de la resistencia y Fahran debe aprender a sobrevivir e...