Capítulo 79

130 29 18
                                    

"Why?

Why don't you try?
Why don't you stay with me?
(Time is over)
When I'll be gone
You will be suffering for me
(Time is over)"

"¿Por qué?

¿Por qué no lo intentas?

¿Por qué no te quedas conmigo?

(El tiempo se acaba)

Cuando yo ya no esté

Sufrirás por mi

(El tiempo se acaba)"

(El tiempo se acaba)"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


AYNA

—Tenemos que prepararnos —decía Iorg mientras todos se retiraban hacia el campamento rebelde. Ayna todavía se sentía aturdida. El campamento imperial era enorme, y aunque se había esforzado por mostrarse implacable y segura, estaba muerta de miedo—. No quedan demasiadas horas para el alba. Quiero todos los explosionadores en la retaguardia. Los ocultaremos con las lonas, como si fuesen tiendas. No saben que hemos logrado replicarlos ni que tenemos los explosionadores de mano. Tendremos que atraer a su ejército hacia nuestras líneas para poder alcanzarlos por sorpresa.

—Tal vez podamos esperar y trazar una estrategia con más calma —intervino Dryl—. No tenemos por qué hacer lo que Dresdent ha dicho.

—Te equivocas —dijo Iorg sin dejar de caminar con su paso férreo—. Dresdent tiene razón. Los sureños han aniquilado la guardia del paso del oeste y han usado el polvo negro para detonar la colina. Llevaría semanas volver a abrir el paso o recibir provisiones desde Valedia a través de la cordillera. No recibiremos más suministros. No podemos esperar a estar famélicos para plantarle cara. Además, hay otra cosa.

—Los vedrianos —intervino Ayna, al darse cuenta de repente—. Dresdent ha fardado del apoyo sureño pero no ha dicho nada de los vedrianos. No he visto ninguna bandera en el campamento. Todavía no han llegado a sus filas.

—O eso es lo que quiere que pensemos. Puede que haya sido un desliz por su parte, o tal vez lo ha hecho a propósito —intervino Lauryel.

—Si los vedrianos todavía no han llegado, él no nos metería prisa para atacar. ¿O sí? ¿Acaso está tan chalado?—Itusz se rascaba una ceja con aire despistado.

—Sus tropas tienen miedo de la profecía. Lo habéis visto. Tiene prisa porque no quiere arriesgarse a que haya deserciones —dijo Ian—. Además, una victoria rápida mejoraría su reputación y su credibilidad.

—No me arriesgaré a esperar a que le lleguen los refuerzos —zanjó Iorg—. Si los vedrianos se han retrasado, debemos aprovecharnos. Atacaremos mañana.

—Si aparecen los vedrianos... —susurró Daimen, compungido.

—Entonces estaremos en graves problemas.

—¿Qué pasará con mi madre? —preguntó Fahran de repente.

Ayna elevó los ojos hacia él, apenada. No había pronunciado ni media palabra desde que habían abandonado el campamento imperial. Iorg soltó un gruñido de impaciencia.

Crónicas de Galedia III: Gran IalmyrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora