"Break thy silence o gray, turbulent sea!"
"Rompe el silencio, oh mar turbulento y gris!"
GADRIEL:
El variopinto grupo llegó a Liven al amanecer. Gadriel suspiró con alivio al traspasar las puertas sur de la ciudad. Por suerte, nadie se fijó en lo que parecía una familia vedriana de clase media corriente y moliente, y tampoco había guardias en la puerta. Aunque un poco escamada, Gadriel intentó no alarmarse de forma innecesaria. Solo tenían que atravesar Liven para salir de nuevo a la cordillera, y allí estarían a salvo por fin, aunque eso significase seguir escuchando las quejas de Sonya y los torpes intentos de cortejo de Bruc.
Antes de continuar hacia el norte, se detuvieron en la plaza del pueblo para comprar pescado seco y pan en los pequeños puestos del mercado. Gadriel se fijó en que había todavía menos tenderetes que cuando habían pernoctado en la posada Adamnelis, la cual estaba cerrada a cal y canto, como la mayoría de negocios del lugar. Su instinto hizo que comenzara a fijarse en los rostros de los pocos vedrianos que pululaban por allí. La mayoría caminaban con paso ligero y la cabeza gacha, y algunos que otros corrían hacia Puerto Jade, desde donde llegaba un murmullo apagado. Un par de columnas de humo ascendían hacia el cielo despejado.
—Esperad aquí —les dijo a los demás—. Quiero ir a ver qué está pasando en Puerto Jade.
Los Turyn asintieron, pero Bruc le dirigió aquella mirada suya de corderito desamparado.
—¿Es juicioso que vayáis sola, madre?
Gadriel contuvo un exabrupto.
—Quédate aquí y vigilia que nadie se mueva ni un centímetro. Volveré enseguida. Ved si podéis comprar más provisiones para el camino.
Bruc parecía a punto de protestar de nuevo, pero una mirada hosca de Gadriel y un suspiro de Sonya enviaron su atención a otra parte.
Gadriel se alejó renqueando, intentando apurar pero sin dejar de parecer un tanto desvalida para no llamar la atención. La ciudad descendía en una suave pendiente bordeada de casitas marineras encaladas hasta llegar a nivel del mar. Recordaba que era un puerto grande y alegre, con multitud de puestos donde se subastaba el pescado y cantinas donde se cocinaba al momento, tiendas de aparejos y rederas diseminadas por la dársena trabajando en otro de los pocos oficios permitidos por el Imperio para las mujeres.
Se encontró con una gran multitud que le impedía ver qué pasaba en el puerto. Distinguió llantos y alaridos desesperados en medio de una cháchara de tono lúgubre. A su derecha, reconoció al posadero que había sido amable con ellos, ignorando el hecho de que no tenían la documentación exigida por el Imperio para pernoctar en la Adamnelis.
—¿Qué ha pasado? —le preguntó, intentando apoyarse sobre la punta de su pie bueno para ver por encima de las cabezas que no paraban de moverse delante de ella.
El hombre tenía la cara contorsionada y sudorosa.
—¡Un horror! ¡Una desgracia! ¡Maldita guerra!
El posadero sollozó en un pañuelo floreado y Gadriel dio varios saltos para intentar ver qué pasaba. A través de los jirones del espeso humo negruzco distinguió los restos derrumbados y medio carbonizados de varios edificios. A lo lejos, en el mar, le pareció ver las velas de varios navíos.
—¿Qué ha pasado? —repitió con exasperación.
—¡Esos barcos con bandera sureña! ¡Han destruido la dársena con esos terroríficos barcos suyos cargado con tubos de metal que escupen bolas de fuego! ¡No queda nada! Ni las tiendas, ni el muelle, ¡nada! Han matado a casi todos los que estaban aquí. ¡Trabajadores honrados que no se metían con nadie!
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Crónicas de Galedia III: Gran Ialmyr
Fantasia***ATENCIÓN: SPOILERS SI NO HAS LEÍDO LOS DOS LIBROS ANTERIORES*** SINOPSIS La caída de Vicuse a manos del ejército rebelde hace que el Imperio se tambalee. Ayna es ahora un importante símbolo de la resistencia y Fahran debe aprender a sobrevivir e...