"You can't escape
and in the end, you'll see
you belong to me"
"No puedes escapar,
y al final verás
que me perteneces"
AYNA
Por tercer día consecutivo, se despertó en aquella habitación lujosa que aborrecía.
El sol lamía las paredes blancas repletas de adornos dorados y escarlata, y el blasón del imperio le devolvía la mirada desde cada esquina. En cuanto se removió un poco, los dos soldados que la vigilaban noche y día para evitar que llevase a cabo lo que había intentado hacer en la celda del Ialmyr se puseron firmes.
—Podéis relajaros —les dijo, malhumorada—. No voy a hacer nada. ¿Me oís? —ellos hicieron caso omiso—. ¿Por qué tenían que tocarme los guardias más aburridos de toda Galedia?
Por toda respuesta, uno de ellos tiró de un cordón lleno de borlas. Al poco, varias criadas entraron en la estancia portando calderos de agua que vertieron en la bañera dorada que había tras un biombo. Por supuesto, Nel no estaba entre ellas, aunque le habían garantizado que se encontraba a salvo. Se alegró de ver a Gadea entre las muchachas.
—Sé bañarme sola —gruñó cuando se acercaron a ella e intentaron quitarle el camisón mientras la empujaban hacia la bañera entre reverencias.
—Lo siento, mi señora —Gadea era la única que se atrevía a dirigirle la palabra—. El Gran Ialmyr ha ordenado que se haga de esta forma. Aquí a ninguna mujer noble se le permite que se asee o se vista sola.
—Menuda estupidez.
Gadea le dedicó una sonrisa de conmiseración. Resignada, dejó que la desvisitieran y se metió en el agua caliente. Al punto, varios brazos comenzaron a pasarle esponjas jabonosas por todas partes.
—Esto es ridículo —protestó de nuevo, terriblemente incómoda.
Intentando distraerse de aquella invasión de su intimidad, recorrió su piel con la mirada. Todavia tenía hematomas a medio desvanecer por gran parte del cuerpo y las quemaduras formaban costras grimosas, pero ya no se sentía tan vapuleada. A pesar de los largos días de viaje y cautividad, sus músculos se marcaban con firmeza bajo su piel, y decidió que pronto intentaría entrenar. Aunque nadie iba a dejarle ningún objeto remotamente parecido a una espada, tal vez pudiese hacer algunas flexiones, sentadillas y abdominales sin que sus custodios se escandalizasen.
En cuanto terminaron de bañarla, la envolvieron en una toalla y la secaron con suma delicadeza. Lejos de sentirse agasajada, la lentitud le resultaba exasperante. Se sorprendió cuando le vistieron unas enaguas, unas medias y una camisa interior. Los días anteriores le habían puesto un camisón limpio y se habían marchado, ya que no tenía permitido salir del cuarto.
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Crónicas de Galedia III: Gran Ialmyr
Fantasia***ATENCIÓN: SPOILERS SI NO HAS LEÍDO LOS DOS LIBROS ANTERIORES*** SINOPSIS La caída de Vicuse a manos del ejército rebelde hace que el Imperio se tambalee. Ayna es ahora un importante símbolo de la resistencia y Fahran debe aprender a sobrevivir e...