Capítulo 39

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Una nueva  esperanza

Paolo recibió con gusto la cercanía de Warren y de su esposa Laritza; eran un matrimonio encantador, ya sus hijos habían crecido y habían formado sus propias familias, estaban solos, pero podía sentirse que su amor era más fuerte que nunca.

Fue gracioso la forma en como Warren  le  presentó esa noche a su esposa Laritza que lo esperaba despierta como era de costumbre.

Paolo Carusso te presento a mi primera y tercera esposa Laritza, el único amor de mi vida...

Con un beso sonoro ella lo recibía y sonreían juntos como si aquello fuera una broma.

Pero era verdad, Warren se había casado con su novia de la universidad y vivieron juntos por 17 años hasta que se metió en medio de su relación una amiga de Laritza, quién logró separarlos.

Pero no consiguió que Warren se continuara con ella.

Warren al igual que Paolo se fue de la casa después de discutir con Laritza y de ver en el rostro de sus hijos la decepción y el dolor.

No buscó más a su esposa por la vergüenza y la culpa que lo embargaban y estando sólo otra mujer apareció y como se hallaba confundido en sus emociones  y enojado con el mundo y consigo mismo, se involucró con otra mujer y cuando Laritza su esposa lo buscó para que hablarán con la esperanza de arreglar su relación lo encontró viviendo con otra mujer.

Eso causó su divorcio.

Warren nunca dejó de amar a Laritza, y conforme pasaba los días en su nueva relación más sentía amar a su ex esposa, así que se casó de nuevo pensando que así olvidaría a su ex esposa y sería de nuevo feliz.

Pero no sucedió como esperaba, él no dejaba de pensar en Laritza y en sus hijos, se mantenía lejos de ellos por temor a que lo rechazaran, pero en su mente siempre estuvieron presentes.

Eso ocasionó muchas peleas con su nueva esposa y tres años después su nuevo matrimonio fracasaba dolorosamente para su nueva esposa.  Y para Warren significó un terrible fracaso.

Estando solo y sin esperanza uno de sus hijos se le acercó un año después de su segundo  divorcio  estando Warren en su trabajo y le dijo: ¡Papá vuelve a casa, mamá te sigue amando!

Esa fue la llave que abrió la puerta a la esperanza y escuchando a su hijo volvió a buscar a Laritza.

Le pidió perdón, le habló de su amor por ella y antes de casarse de nuevo tomaron terapia con el pastor de la iglesia  dónde asistía Laritza.

Fueron días un poco difíciles, porque en las reuniones de terapia  él uno al otro se decían verdades que dolían, pero eso los ayudó a enfrentar cosas que les parecían sin importancia y si verlas a la luz de los ojos del otro, se daban  cuenta de los hoyos negros que fueron minando su relación y eso les ayudó a entender sus errores y a sanar heridas.

Una vez el pastor vio que estaban listos para volver a empezar los caso de nuevo y desde aquella tarde dónde volvieron a amarse, nunca más Warren a quitado los ojos de su esposa Laritza aunque otras mujeres más jovenes y bellas vengan a tocar su puerta.

El decía: El hombre ya vivió y probó placer en otras pieles y ninguna le supo tan dulce como la piel de su mujer.

Ese lema le ayudaba a recordar su amor por Laritza y lo mucho que sufrió sin ella, y con eso en mente no perdía ni un día en el cual no le dijera a su esposa Laritza lo que ella significaba para él.

Todos los días le repetía su amor al oído de su esposa y le daba las gracias por amarlo tanto.

Paolo escuchaba su testimonio en la mesa de la casa de Warren sin darse cuenta que ya eran las tres de la madrugada.

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