Capítulo 34

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Una relación por enojo

Paolo estaba muy enojado con su familia, se sentía traicionado por ellos, cuando él se arrepintió de lo que había hecho esperó su comprensión o algo de ayuda.

Le pidió a su esposa Eva asistir a terapias de pareja, porque él estaba seguro de que su caída en los brazos de Matilde no era solo un asunto suyo.

Eva se había escondido en su enfermedad y en sus quejas olvidándose de sus deberes maritales.

Durante los días que estuvo solo en unas cabinas cerca de la playa donde Hanny tenía su casa, Paolo pensaba en no volver nunca más con su familia.

Sí él procuró siempre serle fiel a Eva por encima de las mujeres croquetas que llegaban al restaurante.

¡Y no mujeres feas! No; mujeres jóvenes, bellas e inquietas.

Con todas ellas él se comportó decente y respetuoso.

Incluso muchas veces tuvo que detener a su hermano Jan porque se veía tentado por las mujeres bellas que querían más que una copa de vino.

Y en su único error por el que culpaba también a su esposa Eva, su hermano, su hijo Harry y sus padres lo trataron como un gran traídor.

A Eva no le reprocharon abandonarlo como esposa pero sobre él vinieron sus reproches y toda clase de acusaciones.

Paolo estaba indignado y herido y por eso no veía su teléfono.

Y una vez en un arranque de impotencia y furia, lo lanzó al mar.

Ya no habría vínculo con los Carusso, Paolo ya no quería saber nada de esa familia.

Quería estar sólo.

Pero después de caminar por la playa donde Hanny tenía su casa vio aquella bella casa y pensó en la dulce Hanny.

En lo diferente que era a su esposa Eva y su mente concibió un pensamiento: ¿Porqué no fue contigo con quien me acosté Hanny?

Me habría gustado mucho estar contigo..

Días después se hallaba leyendo una novela romántica en la playa, no era su lectura favorita ni se acercaba a serlo...

Pero estaba aburrido y deseaba pensar en otra cosa.

Y fue en ese momento donde apareció Hanny.

Aquella mujer que lucía un biquini celeste con un vestido  rosa que lo cubría.

Se podían ver las caderas de Hanny bajo el vestido que dibujaba bien el biquini y la parte delantera dejaba ver sus muy firmes atributos.

Y Paolo la deseo.

Deseo vivir lo que decía la novela romántica que leía.

Dónde el hombre tomaba a su amante y se acostaba con ella disfrutando un amanecer de intensa pasión.

Paolo el quieto hombre y de controlada razón, quiso dejar a ese hombre atrás y convertirse en un semental italiano como le decía Matilde.

Y actuó ante Hanny como un semental deseos de probarse como hombre.

Y sabiendo que a Hanny él le atraía, y que ella era viuda y una encantadora mujer, la tomó como un inicio hacía una nueva vida.

Mientras tocaba sus piernas y le proponía acostarse con él, Paolo disfrutaba de lo que hacía.

Era otro Paolo, el que tocaba y provocaba a Hanny.

Uno intenso y atrevido, uno al que no le importaba tocar irreverente a una mujer y que lo vieran.

Estaba en la playa y había muchachos caminando por la playa y él estaba besando a Hanny con pasión y con su mano en medio de las piernas de Hanny.

Jamás se habría imaginado en semejante posición, pero él deseaba ser otro.

Uno como el que decían que él era los de la familia Carusso.

Un descarado sinvergüenza; como lo llamó su esposa Eva, cuando él quiso aclararle que muchas cosas de las que había dicho Matilde no eran verdad.

Era cierto que ella venía a la cocina y lo tocaba pidiéndole que lo hicieran y que él se ponía muy nervioso e incómodo y le pedía que no lo hiciera, que él nunca lo haría en su casa.

Recordaba que Matilde llegó a llevarlo al cuarto que fue de su hijo Harry y prácticamente ofrecersele casi desnuda y que él le dijo que jamás lo habría ni en la habitación de su hijo y mucho menos en su cama.

Matilde lo pasaba provocando y él muchas veces buscó a su mujer para no volver a caer con Matilde y Eva se negaba aduciendo que tenía dolor, cansancio o que me dolía mucho la cabeza.

Siempre fue un no.

Mientras Matilde estaba dispuesta a todo con él.

Fue un enojo con Eva lo que lo llevó a su segunda vez con Matilde y fue porque ella lo siguió a la bodega esa madrugada.

Y entre besos y roces pasó lo inevitable.

Paolo descubrió placer sin límites en el cuerpo de Matilde y ella preocupaba recordarle que un poco de amor no le hacía daño a nadie.

Fue así que la lucha de Paolo entre no seguir siendole infiel a su esposa Eva que él fue perdiendo con cada negativa de Eva de volver a ser su mujer.

Él la pretendía y Eva le llamaba; sucio egoísta.

¡Solo piensas en tener sexo cuando tu siñora no se siente bien!

¡Eres un sucio egoísta Paolo!

Las palabras de Eva lo golpearon tanto y lo hicieron enojar tanto que se enredó en las piernas y en las intenciones de Matilde.

Había caído y no sabía como levantarse de esa situación dónde se encontraba.

Y mientras que en su casa su esposa se quejaba y se quejaba y andaba de mal humor; en la bodega algunas noches Matilde lo ayudaba a desahogar su tensión.

No había amor, porque él amaba a Eva, era algo así como un reproche a su mujer por abandonarlo y negarse a ser su mujer cuando Paolo sentía que Eva podía hacerlo porque él no la dañaria.

Día a día perdía un poco más la vergüenza y se dejaba seducir por Matilde.

Entre más incómoda se volvía su esposa Eva, más cariñosa y dispuesta estaba Matilde.

Su esposa dejó de recibir la petición de su marido para estar con él como mujer y eso a Eva la hacía dormir profundamente tranquila.

Así qué Paolo se levantaba de la cama y Eva ni se movía, no notaba como antes que él se levantaba de la cama.

Tampoco le hacía la pregunta: ¿Estás bien amore?

Ni tampoco le decía: ¡Abrazame amore que tengo frío!

No había nada en su esposa para él, sólo quejas.

Y un hombre cansado y enojado cayó en los brazos de un intensa mujer que deseaba diversión  y placer.

Y aunque Paolo pensó que lo que hacía podría terminar muy mal, siguió acostandose con Matilde por placer y por enojo contra su esposa Eva.

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