Capítulo 41

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Un regalo para Eva

Paolo nunca imaginó que Hanny se sintiera de esa manera.  Y mucho menos que deseara que Eva y él fracasaran en su matrimonio, él siempre pensó en Hanny como una dulce y tierna mujer que disfrutaba de ayudar a los demás.

Ahora que la había escuchado y que había visto su reacción egoísta, posesivo y celosa, sentía  no conocer realmente a Hanny Ferrer.

Era otra mujer, muy diferente a la que él pretendió conocer.

Se soltó suavemente de los brazos de Hanny y le dijo: Hablaremos luego Hanny, ahora debo hablar con Warren de unas ideas que se me ocurrieron para su negocio...

¿Vas a ir con ellos?

Paolo, acabamos de estar juntos, ¿eso no significó nada para ti?

Por supuesto que sí Hanny, pero le prometí a Warren que iría y me ha de estar esperando...

¿Cómo puedes ponerlos primero que a mí? ¡Yo seré tu esposa Paolo!

En tu vida lo primero he ser yo...

Mi ex esposo siempre me trato como a su reina Paolo, ésta casa era nuestro reino de amor, aunque el cielo me lo quitó, él siempre me demostró todo su amor...

Por eso yo soy tan cariñosa Paolo, porque aprendí a amar así...

Mi esposo y yo solo nos teníamos a nosotros y éramos felices así...

Yo espero lo mismo contigo Paolo, que me ames como él me amo y yo te ofrezco mi corazón para amarte siempre...

Tú olvidaras a esa mujer que arruinó tu vida y no supo perdonarte...

Y yo a mi difunto esposo para ser feliz contigo...

Paolo, mirame Bien...

Ya me conoces palmo a palmo, ¿que más quieres?

¿Deseas más placer?

Dime que te gusta y yo lo haré, soy muy buena en eso y tú lo sabes...

Ya me has probado en la cama y en otros lugares...

¿Dime que mas quieres?

Hanny, no es el momento, me esperan...

¡Pues llámalo y dile que te quedarás con tu mujer!

Hanny, no haré algo así...

¡Pues entonces vete!

Mirando a Hanny Paolo quiso aprovechar ese arrebato de cólera para tomar sus cosas e irse.

Pero al ver que Paolo se había molestado y que se dirigía a la habitación, Hanny lo tomó del brazo y luego se abrazó firmemente a Paolo.

¡Perdóname! ¡Paolo perdóname!

Me matan los celos, no quiero compartirte...

¡Pero no puedes culparme! Sé que actúo como una tonta adolescente, pero estoy enamorada de nuevo y deseo estar contigo  todo el tiempo, tenerte solo para mí  y hasta hace unos días así era...

Pero después de divorciarte y ser todo mío, ¡viene a aparecer ese hombre y nos ha dividido!

Él y su mujer me quitan tu tiempo...

Extraño nuestros paseos por la playa y que los muchachos que nos veían en el mar con envidia amarnos como apasionados amantes, ahora te vean con ese Warren y su esposa Laritza...

No puedes culparme por extrañar tus besos y tus caricias...

¡Son mías Paolo!

Tú eres para mí, vamos a casarnos y no puedo imaginar que unos extraños nos separen ahora que ya no le perteneces a esa regordeta italiana...

Casate conmigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora