Alas rotas
Durante años para Eva su marido era un santo, Matilde no era la única mujer que le coqueteo a su marido Paolo, pero él siempre supo serle fiel.
Pero sus rodillas empezaron a inflamarse mucho y el dolor no la dejaba dormir.
Después fue su hombro izquierdo y su mano derecha, su salud se quebraba y sus constantes palabras eran: ¡Me duele!
Paolo tenía muchos meses sin mujer y se comportaba como un caballero con ella, la ayudaba a vestirse y había días que por el dolor Eva le pedía ayuda para bañarse.
Eva lo hacía pensando en ella, en su dolor y en nada más.
Pero para Paolo no era nada fácil.
Él tenía que verla desnuda o desnudarla para bañarla y seguía siendo hombre.
A Paolo siempre le habían gustado mucho las amplias caderas de su mujer Eva, ese contoneo que hacía al caminar su esposa Eva aunque era involuntario a Paolo le gustaba mucho.
Le era muy difícil pasar sus manos sobre el cuerpo desnudo de su esposa y tocar por aquí y por allá y no sentir.
Por lo general cuando terminaba con Eva él se daba una ducha fría y aveces muy fría para bajar el calor que le provocaba el cuerpo desnudo de su esposa Eva.
Paolo la amaba mucho y era su apoyo, pero cada día Eva le estaba pidiendo más a menudo que la ayudara a bañarse y para Paolo la cosa se ponía más difícil.
Más de una ocasión le pidió ayuda a Eva, lo hacía con pena porque sabía que su esposa Eva tenía dolor.
Al principio ella lo apoyo entendiendo lo difícil que podía ser para él.
Pero después Eva entró en una conmiseración dónde solo ella y su dolor importaba.
Así qué cuando Paolo la bañaba le decía: Pasa tu mano despacio Paolo...
¡Por aquí Paolo! Cerca de mi cadera...
Limpia bien en medio de mis piernas Paolo...
Aquí Paolo, en mi pecho derecho, aún tengo un poco de jabón...
¡Paolo, ponme crema hidratante en todo el cuerpo!
Paolo aquí y Paolo acá y sus manos iban t venían por el cuerpo de su esposa y sus ganas aumentaban.
Eva había perdido algo de peso y sus atributos colgaban exquisitos ante los ojos de su marido y sus caderas lucían más suaves y tersas ahora que Paolo las acariciaba con la crema hidratante.
Eva cariño ya no puedo...
¿Porqué Paolo?
¿Te da asco acaso tocarme?
Asco no Eva; ganas...
¡Muchas ganas!
Llevo muchas semanas en abstinencia Eva y tocar tu cuerpo cuando te baño o te hidrato con tu crema favorita me pone muy nervioso...
Ayudame un poco Eva...
¡Ayudar! Paolo eres un egoísta que solo piensa en como se siente tocar la desnudez de su mujer...
¡Mira! Mira mis rodillas...
Las veo Eva y me preocupo por ti...
Pero también veo de tu cuerpo otras cosas...
¿Cómo puedes pensar en eso ahora que me ves así?
Ese es el problema Eva, te vez muy linda ahora que pediste peso...
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Casate conmigo
RomanceDesde muy pequeña Sophia se había enamorado del mejor amigo de su hermano un guapo italiano de nombre Harry Carusso, y éste guardaba en su corazón el secreto amor hacía la bella hermana de su mejor amigo Frank, pero no se imaginaba que era corr...