18. Demasiado tarde

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Rynoa

― ¿Qué sucede? ―me preguntó Bianca.

Luego de que ambas habíamos salido del sótano, me había quedado completamente inmóvil. El imbécil congelado no está en ninguna parte de este cuarto.

―Rynoa, ¿verdad? ―me llamó ella luego de ver que no respondí.

Parpadeé un par de veces, ella no lo notó. Tenía ganas de quitarme los lentes y limpiarlos, porque me parecía inconcebible que él NO estuviera acá.

―Es solo que... pensé que Jack Frost estaría aquí, lo dejé aquí, ¡lo juro!

Incluso le dije que no se moviera, lo había dicho como broma, porque pensé que él no se movería por ninguna razón. Lo cual es obvio, es decir, estaba esperando a que sacase al amor de su vida. No hay razón para desaparecer.

¿Dónde demonios está ese demonio del hielo?

― ¿Dónde está él? ―Bianca miró a su alrededor, pero no había caso, Jack Frost no estaba acá.

―Tal vez salió a dar una vuelta... ―murmuré.

Bianca dio un par de pasos hacia adelante rápidamente, luego, justo después de que dio el último paso, algo cayó del techo. Ese algo cayó exactamente donde ella había estado de pie.

Es una chica con mucha suerte.

Tal vez lo había sentido. Yo no oí un ruido, pero es obvio que tuvo que haber uno. Es decir, un techo no se rompe sin hacer ningún tipo de bulla.

― ¿Estás bien? ―le pregunté, tosí un poco, debido al polvo que se había esparcido por el cuarto.

Ella asintió, pero no me miraba a mí, sino a lo que había caído del techo. Algo se movió entre los nuevos escombros. Coloqué mi mano sobre el mango de mi espada. Si este era Pitch, Félix o algún Osseu (es decir, el clan de los feos), lo partiría en cincuenta mini partes y luego los lanzaría al rio para que los peces se los coman.

―Eso dolió un poco ―se quejó Peter Pan mientras se ponía de pie. Luego, limpió su pantalón.

― ¿Qué diablos? ―dije más para mí misma que para los demás.

Peter Pan giró hacia mí y sonrió. ― ¡Saliste! ―gritó.

Rodé los ojos. ―Sí, salí. ¿Qué está pasando? ―pregunté mientras trataba de ver hacia el techo, o mejor dicho, al hueco. Pero entonces, sentí que algo estaba pegado a mí. Peter Pan me estaba abrazando.

―Me alegra tanto que estés bien ―dijo.

Sus brazos me rodeaban y se cruzaban en mi espalda. Los míos estaban inmóviles a cada lado. Me había tomado por sorpresa, no esperaba ningún tipo de contacto, menos con él.

―Mmmm... ¿Peter Pan? ¿Has oído hablar del espacio personal? ―traté de que las palabras salieran bien articuladas, pero no fue así, pues mi cara estaba al pecho de Peter Pan.

¿Se ha vuelto más alto? Tal vez yo siempre fui pequeña..., ni siquiera lo había notado.

―No me importa lo del espacio personal ―dijo―, por fin te tengo conmigo.

Bien, estaba un poco incómoda, así que lo aparté. Pero traté de no ser brusca.

―Nos hemos visto hace una media hora, a lo mucho ―respondí.

Él frunció el ceño. ―Ry, has estado dentro de ese sótano un día entero.

― ¡¿Qué?! ¡Eso es imposible! ―grité.

No soporto a Jack Frost | MRCJF #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora