3. Irritante

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Rynoa

―Soy la Madre Naturaleza.

No era algo extraño, era simple. Manny me dijo que lo era, así que no entiendo por qué han armado un gran alboroto, o, mejor dicho, no han armado alboroto. En cuanto dije esas cuatro palabras, todos se quedaron mudos y boquiabiertos.

¿Acaso dije algo malo?

Es decir, dije la verdad. Si querían que les mintiese, les hubiera dicho que era Campanita o algo así. Aunque eso sí que habría sido extraño. He visto las películas de Peter Pan, las antiguas y las nuevas. Sé que Peter Pan existe, Night me lo dijo, pero jamás lo he conocido, tampoco es que me importe conocerlo.

―Estás mintiendo ―dijo Night 2.0.―. Tú no puedes ser la Madre Naturaleza ―volteó a ver a sus compañeros del 'club'―. Ana lo era.

―Sí, pero Ana murió hace mucho ―dijo Norte―. Es posible que ella haya sido elegida para tomar su lugar ―él me miró a los ojos, debo admitir que su mirada era intimidante―. ¿Manny te dijo que eras la Madre Naturaleza?

―No, yo solita me puse el título ―dije de manera sarcástica―. Claro que La Luna, digo Manny, me lo dijo.

― ¿Cuándo? ―preguntó el conejo gigante.

―Como hace treinta años, ¿por qué?

― ¿Conociste a la anterior Madre Naturaleza? ―me preguntó nuevamente el conejo.

―No, ¿pero qué importancia tiene? No fui yo la que le pidió a Manny ser la Madre Naturaleza, simplemente me dijo que lo sería y punto.

Ellos me estresaban cada vez más. Solo había uno que no me había hablado hasta ahora, estaba agradecida por ello. Pero justo cuando pensé en ello, ese pequeño hombrecito se acercó a mí, y se elevó hasta quedar cara a cara conmigo.

― ¿Qué quieres? ―le pregunté.

Entonces trató de quitarme los lentes.

Reaccioné demasiado rápido, con un movimiento de mis manos creé una ráfaga de aire que hizo que todos cayeran al suelo.

― ¡NUNCA VUELVAS A HACER ESO! ―grité.

Todos me miraron extrañados.

¿Ven? Es por esto que es mejor que no socialice con nadie.

― ¿Cómo hiciste eso? ―me preguntó Tooth, sí, ya aprendí su nombre.

― ¿Qué se yo? Es algo natural para mí ―respondí un poco más calmada. Pero aun así estaba alerta.

Algo me decía que ese pequeño hombrecito tenía más curiosidad que antes de quitarme los lentes. Y él no logrará hacerlo, primero muerta.

Nadie nunca ha visto mis ojos, nadie nunca lo hará.

― ¿Tienes alguna clase de imperfección en los ojos? ―me preguntó el rubio.

―Qué sutil eres ―respondí―, no tengo por qué responderte.

―Bueno, eso no importa ―dijo Norte―. Necesitamos realizar la ceremonia para nombrarlos oficialmente guardianes.

―No, esa ceremonia no se realizará ―dije―, al menos no para mí. Si quieres puedes volver guardián a Robin Hood ―dije señalando al rubio―, pero a mí no.

No soporto a Jack Frost | MRCJF #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora