No soporto a Jack Frost | MRCJF #2

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40 años después - Hoy.

Jack Frost

Era verano en Tokio, Japón. Siempre busco en verano, las personas tienden a no esconderse entre gorros y grandes abrigos. Así es más fácil buscar, se supone que es más fácil, pero aun así es imposible.

No logro encontrarla.

Me bajé de la torre de Tokio y volé sobre las calles, inspeccionando cada rostro. Buscando a alguien que se pareciera a ella. Pero como siempre, no lograba nada.

Hoy había tenido una corazonada, pensé que por fin la volvería a ver, pero no han habido buenos resultados.

Detesto esto. No había nadie remotamente parecida.

Caminé por un parque, vi a mamás con sus hijos. Y entonces la vi. ¿Podría ser? Me acerqué inmediatamente, esa mujer estaba junto con una niña. Me puse frente a ella, y no era. Tenía el cabello castaño largo, grandes ojos verdes, pero no era ella. La niña me vio y me sonrió.

―Mamá, mira es Jack Frost ―dijo la niña. Lo bueno de ser espíritu era que podías entender todos los idiomas del mundo.

―Es verano, Jack Frost no viene en verano ―la mamá jaló a la niña y desaparecieron entre las demás personas del parque.

Mi corazonada me había fallado. En verdad pensé que por ser hoy, la encontraría

Suspiré. Es hora de irme.

❄❄️❄️

Volé a Borja. Ahí sí era invierno, y desde que nos enteramos de su existencia, no hemos dejado de venir. El invierno recién había empezado, pero desde hace mucho que he empezado a hacer que hoy nevara. Siempre lo hago. Quiero que ella sepa que estoy aquí, si es que sigue aquí.

Las calles se cubrieron rápidamente de una fina capa de nieve. Algunos niños salieron a jugar y me reconocieron. Ya estaba acostumbrado a que algunos pudieran verme, ventajas de ser guardián.

Me senté sobre un edificio, era antiguo y descuidado, como siempre lo había sido. Desde ahí podía ver el viejo orfanato. Ya no había nadie habitándolo ahora era simplemente ruinas. ¿Porque era ruinas? No estoy seguro. Cuando vine a buscarla, el día que ella cumplía 18, ya estaba así. No había rastros de Ethan, Mia, Tatiana, Paul o ninguno de los otros niños.

Ese día busqué por toda la ciudad, pero no la encontré por ningún lado. A quienes sí vi fueron a Abel y Michelle, pero ellos no podían verme, así que no podía hablar con ellos y preguntarles qué era lo que había pasado con el orfanato.

―Sabía que hoy te encontraría aquí ―volteé a mi derecha y vi a León. Tenía alas parecidas a las de un águila, las cuales también podía ocultar... como Ashelia―. No te veo todo el año, pero hoy siempre nos encontramos ―se sentó a mi lado y refunfuñé.

―Siempre vienes a fastidiar.

―No, eres tú el que siempre viene a fastidiar. Tú solo estas acá porque hoy es el día, de no ser por eso, no te aparecerías. Yo en cambio, vengo al menos una vez al mes.

―Vengo todos los inviernos. Los demás días trato de buscarla en las demás ciudades del mundo. Hay millones de persona. No es fácil. Tú no haces nada por encontrarla―dije molesto por su acusación.

No existía persona o espíritu que se preocupara por ella más que yo.

―He tratado de llamar la atención de Abel y Michelle, he escuchado algunas de sus conversaciones. Pero nunca la mencionan, ni a ella ni al orfanato.