29. Las historias de los guardianes

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Rynoa

― ¿Podrías bajarme? ―le pregunté a Night, traté de sonar agradable.

No sé cuánto tiempo había pasado desde que me había puesto sobre su hombro, pero ya estaba cansada. No es cómodo viajar de esta manera, me siento mareada.

―Aun no llegamos ―dijo.

― ¡Acabo de ver el Big Ben!

El gran reloj estaba justo a mi lado, estábamos volando cerca de él, Night también lo podía ver. Él sabía que habíamos llegado, pero, por alguna razón no quería dejarme en el suelo.

―Sí, pero no hemos llegado al lugar donde nos vamos a encontrar con Jack ―hasta sonaba divertido, Night estaba disfrutando de esto. Todos piensan que él es súper dulce y tierno, pero en verdad es el demonio. Un demonio que disfruta de fastidiarme.

Está bien... en realidad no es el demonio, pero sí disfruta fastidiarme.

―Pero al menos suéltame ―le pedí―, puedo volar hasta allá.

Escuché a Night suspirar.

―Solo espera un poco, siento que te escaparás si te dejo.

― ¡Jamás lo haría! ―respondí totalmente indignada.

Aunque era cierto, sí me escaparía, estaba esperando que él me dejara... pero me conoce tan bien que sabe que me iré.

―Te conozco más que a mí mismo ―me dijo y yo empecé a reí.

―No sé en qué momento nos volvimos tan unidos.

―Claro que lo sabes ―me dijo―, fue el día en que ambos decidimos hablar, hablar de verdad.

Hacer que Night hablase había resultado algo complicado. En especial porque me rehusaba a tenerlo en el palacio conmigo. Pero como ya había contado antes, Night empezó a hablar luego de que me contó porqué brillaba... solo que ese 'hablar' no fue real. Es decir, no nos hicimos unidos tan rápido, no me malinterpreten, esa ocasión fue la que hizo que empezara nuestra amistad.

Una semana después de empezar a conversar, fue cuando ambos hablamos sobre nosotros mismos. Yo le conté lo poco que sabía de mí y... bueno, oculté algo de información, pero... con el tiempo le he revelado más de mí, excepto mi nombre, mis ojos y... otras cosas insignificantes.

― ¡Ahí está! ―gritó Night.

Aterrizó y eso hizo que me mareara aún más.

―Hola, Night, ¿es esa Rynoa? ―esa era la voz de Jack Frost.

― ¡Bájame, ya! ―grité.

Me avergonzaba estar en esta posición, más con él ahí.

Dos segundos después, Night por fin me dejó en el suelo, bueno, en el tejado de la casa de Jamie.

Me crucé de brazos y le mandé una mirada desaprobatoria a Night. Obviamente él no se dio cuenta de ello, así que lo siguiente que hice fue empujarlo, aunque fue leve.

― ¿Por qué me empujas? ―me preguntó mientras se sobaba el brazo. Yo sabía que no le había dolido, lo hacía para fastidiarme.

―Porque mis miradas asesinas no te afectan ―le dije.

―Esa no es mi culpa ―respondió con ambas cejas alzadas.

Suspiré y me crucé de brazos otra vez.

Me voy a plantear la idea de dejar a Night ver mis ojos, así, podría darle las miradas asesinas que se merece.

―Me alegra que hayan venido ―dijo Jack Frost.

No soporto a Jack Frost | MRCJF #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora