027; objetivos

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Carlisle y Esme habían guiado a los invitados hacia la parte trasera, justo al otro lado de donde se celebraría la fiesta de Alice. Estaban lo suficientemente lejos como para no ser molestados por la música, tener una conversación tranquila y dejar que los niños jugaran a sus anchas.

Killian se encontraba sentado en el suelo tras habérsele sido prohibido ayudar a traer aperitivos; Rosalie, Esme y Emmett se encargarían de todo, así habían dicho. Los ojitos de Frank brillaban felices ante la imagen del golden retriever durmiendo en una esquina, Alena intentaba llamar su atención con un trozo de las galletas que su madre llevaba en el bolso y el resto se dedicaban a observar que el animal hiciera algo que no fuera roncar. Todos lo observaban menos uno, Harold.

—No estas bien —Killian no preguntó, sino que afirmó.

Los marrones ojos del adolescente recayeron sobre él, Harold suspiró mientras miraba hacia el nublado exterior que aún contenía algo de claridad del atardecer.

—Hay una pareja interesada en adoptar a Frank —susurró—, han venido un par de veces al orfanato desde la última vez que nos visitaste.

Killian pronto comprendió el porqué de su estado de ánimo. Frank era el hermano menor de Harold, habían sufrido el dolor del abandono juntos hasta que cayeron por milagro en las manos de nana. Siempre habían estado juntos y que sólo un esté en consideración para la adopción era complicado, sobre todo cuando adoptar a ambos sería tener a un niño de ocho años pero también a uno de quince. Eran edades muy distintas a las que no todo el mundo estaría dispuesto.

—Vaya...

—Si... —contestó Harold, luego soltó una corta risa amarga—. No quiero sonar egoísta ni quejica, pero no quiero que lo adopten sin mi.

El mayor miró con lástima a su viejo compañero.

—No es egoísta —respondió—, has pasado por muchas cosas para mantenerlo a salvo y que no le sucediera nada, es normal que pienses así. Tienes miedo, pero tampoco quieres arrebatarle la oportunidad a Frank.

—Perdóname por estar quejándome de esto justamente contigo —murmuró—, sé que pasó lo mismo con tu hermana.

Killian elevó ligeramente los labios ante la mención de su hermana. Harold no había llegado a conocerla porque la adoptaron años antes de su llegada al orfanato, pero siempre le habló sobre ella y de cómo era.

—No te disculpes, creo que soy el más indicado para hablar sobre este tema.

La música se oyó más fuerte al otro lado de la casa, el timbre sonaba en repetidas ocasiones y más murmullos lejanos hacían eco en las paredes. Los padres adoptivos de Alena conversaban tranquilamente con Soledad y Carlisle, mientras que Esme y Rosalie conversaban con los niños e intentaban por igual que Jasper despertara de su profundo sueño. Bella y Edward se mantenían en el núcleo de la fiesta junto a Alice, Emmett y el otro Jasper. Bella no se sentía tan agobiada como creería en un principio que se sentiría, se notaba cómoda y estaba hablando con algún que otro compañero de clase.

—¿Has hablado con él? —preguntó Killian hacia Harold, regresando a la conversación.

—Aún no.

—Deberías. Aprovecha a hablar las cosas con tiempo, ¿cómo crees que reaccionaría sino si nana de repente le dice que sus papeles de adopción están completos y debe marcharse del orfanato, sin ti?

—Tú hablaste con Lively.

—Durante varias semanas, analizamos los pros y los contras, analizamos las oportunidades de vernos, de encontrarnos cuando hubiéramos cumplido la mayoría de edad..., pero para nosotros no se dio el destino así. Te recomiendo hablar bien con él, y ver primero qué clase de personas son también, puedes hablar con nana sobre eso. Ella será la que más pueda ayudarte y recomendarte.

OJOS ROJOS; twilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora