025; el mismo aroma

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Killian se encontraba cenando cuando Edward regresó el domingo por la noche.

La mesa junto a la cocina se encontraba repleta de comida que había preparado Rosalie para el humano, asimismo también se hallaba abarrotada por la familia de vampiros. Todos —salvo Carlisle, quien tenía turno nocturno en el hospital— estaban sentados y charlando tranquilamente sobre la cercana graduación. Alice había encontrado el conjunto de ropa perfecto para Killian pero se negaba a mostrárselo de momento, quería que fuera una sorpresa; Jasper había pasado todo el domingo jugando al ajedrez con él pero todavía había muchas cosas que tenía que aprender ya que solía olvidarse de adónde mover cada pieza. Esto solía causarle cierto nerviosismo, puesto que lo que menos quería era molestar al vampiro con su torpeza en el juego. Ante esto, Jasper utilizaba sutilmente su don para mantenerlo tranquilo y en calma, y que así pudiera disfrutar del rato juntos.

Edward avanzó por la cocina y se colocó justo detrás del humano, apoyando ambas manos en sus hombros y provocando que Killian alejara el tenedor lleno de comida de su boca.

—Bienvenido, Edward —saludó el menor con una pequeña sonrisa.

Aquel gesto sorprendió al lector de mentes, pero apenas lo demostró al leer sus pensamientos y cómo había transcurrido el día.

—¿Sigues comiendo la comida de Rosalie? —preguntó el cobrizo—. Te compadezco.

Un tenedor voló por encima de la cabeza de Killian, el cual fue detenido por el vampiro.

—Al menos le preparo cosas comestibles —se defendió la rubia.

—Que sepas que mis dotes culinarias han mejorado en los últimos meses —contestó Edward.

—Quiero probarlo —saltó Killian.

—Está bien. Pensaré el plato perfecto y haré la cena ese día —concluyó.

—¿Qué tal todo con Bella por Jacksonville? —preguntó el humano, curioso ante el viaje que habían hecho.

Edward movió una de las sillas, quitó las manos de los hombros de Killian y se sentó a su lado. Con un ligero movimiento de cabeza, lo instó a seguir comiendo.

—Todo muy... soleado. Bella le habló a su madre sobre ti. Renée parece encantada tan solo con oír cómo hablaba ella sobre ti. No me sorprendería que apareciera de repente en el pueblo únicamente para conocerte.

Las mejillas del humano adoptaron un tono rosado.

—¿Por qué tendría que hablar sobre mi? —preguntó en un susurro.

Edward rió.

—Bueno, Bella te aprecia mucho —el vampiro miró al resto de figuras presentes en la mesa y suspiró el leer los pensamientos de cada uno—. ¿Emmett tuvo problemas con Paul?

El aludido inspiró con fuerza.

—¡Podríamos haberla atrapado! ¡Es tierra de nadie!

Killian continuó comiendo, escuchando la conversación que se había repetido una y otra vez desde el día anterior.

—Emmett, el tratado...

—Ya lo sé, lo sé, el tratado. Pero luego serán los primeros en andar lloriqueando si algo peor sucede.

—Pero se lamentarán por un error suyo —interrumpió Jasper—. Nuestra prioridad es mantener el perfil bajo y proteger tanto a Bella como a Killian, nosotros hacemos lo que podemos dentro de nuestro territorio pero si ellos no logran proteger el suyo, no podemos hacer nada debido al tratado.

OJOS ROJOS; twilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora