035; 32,9º

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Era uno de esos raros días donde el brillante sol hacía aparición en el cielo de Forks; el viento soplaba suavemente y los animales parecían disfrutar de la repentina falta de nubes. Alice se encontraba sentada sobre el amplio piano mientras escribía en una libreta a cuadros con un lápiz, Edward, a su lado, tocaba teclas al azar en busca de la melodía perfecta.

Era una escena tranquila.

Hasta que Alice gruñó frustrada.

—¡Agh! —exclamó, lanzando sus brazos al aire y mandando a volar el pobre lápiz.

—¿Qué ocurre? —preguntó sin mucho afán el lector de mentes, volviendo a presionar las teclas del piano con suavidad.

—Tanto Bella como tú creyeron que sería buena idea invitar a Soledad y algunos niños del orfanato, pero todo eso se va por la cañería en la situación en la que estamos ahora mismo.

Edward suspiró, bajando sus brazos hasta dejarlos descansar sobre su regazo. Alice tenía razón.

Habían pasado dos semanas desde el repentino ataque de positividad de Emmett, dos semanas en las que todos recibían el nuevo día con un toque de ansiedad, expectantes por saber si aquel sería el día en el que, por fin, volverían a ver aquellos ojos rojos abrirse. Paul Lahote se había acercado en su forma lobuna apenas tres o cuatro veces desde la última vez, observaba los alrededores con recelo y luego regresaba corriendo a la reserva. Ninguno entendía muy bien qué ganaba con aquella visita rápida, pero tampoco hicieron problema alguno ya que no les molestaba su presencia. En cuanto al consejo, Sam había hecho entender a los mayores la situación en la que se habían visto envueltos tanto los Cullen como el joven humano, Killian, y, para sorpresa de todos, lo comprendieron fácilmente.

Por otro lado, en cuanto el sol ascendía y mostraba sus primeros rayos, Carlisle abandonaba la casa en dirección al trabajo bajo la atenta mirada de todos. Ninguno se atrevía a comentar nada al respecto, únicamente dedicándose a observarlo adentrarse en la habitación de Killian, comprobar si estaba bien y marchar. Aunque muy preocupada, Esme le dio su espacio, al igual que el resto; Rosalie se encargaba de comprobar su estado cada cierto tiempo, poniendo todo su esfuerzo en cambiar las bolsas de transfusión aunque fuera en vano. Jasper era el que se encargaba de mantener aseado a Killian y cambiar su ropa, y luego volvía a sentarse en el sillón junto a su cama para leer y quedarse inmóvil junto a Jasper perro con la punzada de esperanza de que despertaría aquel día.

El perro era un tema aparte, apenas bajaba para hacer sus necesidades, comía un poco y volvía a correr escaleras arriba para acurrucarse junto al cuerpo de Killian. Habían intentado que saliera más tiempo, incluso Emily se había ofrecido a llevarlo de paseo a la reserva, pero el animal se negaba a separarse del chico.

También estaba Bella, la cual no podía evitar ser un mar de lágrimas cada vez que veía a Killian aún en la cama sin señales de despertar. La primera vez que la dejaron pasar a la habitación, casi había perdido el juicio y su cuerpo había lidiado con la noticia recibiendo un ataque de ansiedad antes de desmayarse; la segunda vez, lloró desconsoladamente junto a él mientras se echaba la culpa. Con el pasar de los días y visitando más a menudo al chico, consiguió calmarse y ahora únicamente se sentaba en la cama junto a él y tomaba su templada mano esperando al igual que el resto de la familia, aunque luchaba internamente por no derramar alguna que otra lágrima. Entre la boda y la situación con quien consideraba uno de sus mejores amigos dentro de su círculo, parecía que tenía kilos y kilos de piedras sobre la espalda.

Por último estaba Soledad, mejor conocida por todos como "nana Sol". La mujer había contactado en la primer semana que Killian no llamó durante el horario de la cena para hablar con los niños, extrañada ante la repentina falta de su pequeño niño. A la llamada había contestado Esme, quien le explicó con voz suave que Killian se había marchado de vacaciones junto a sus hermanos pero que había dejado el teléfono en casa. Soledad se rió y comentó lo despistado que podía ser aquel chico a veces, le dio las gracias a Esme y le dijo que le pidiera a Killian que la llamara cuando regresara para saber cómo habían ido aquellas vacaciones.

OJOS ROJOS; twilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora