031; un guiño al pasado

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El sol brillaba con fuerza al otro lado de la pequeña ventana en la habitación, y unas pequeñas nubes recorrían el cielo a gran velocidad. El viento sacudía las copas de los árboles con tanta fuerza que parecía que todo el bosque fuera a desgajarse.

Killian fue despertado gracias a los ladridos de Jasper que indicaban que era hora de desayunar; su estómago, al oler el aroma en el ambiente, rugió.

—Buenos días —saludó un somnoliento humano al grupo de lobos que se arremolinaba desde tan temprano en la casa de la pareja. Ante esto, Sam no lucía muy contento.

—Buenos días, Killian —saludó Emily con una sonrisa mientras dejaba una bandeja de magdalenas en el centro de la mesa—. Siento la multitud a esta hora, pero deben partir hoy así que están algo ansiosos.

—No te preocupes por mi —contestó—. Emmett actúa de igual forma cuando sucede algo así, es quien más disfruta de una buena pelea.

—Adelante, come algo, ¿quieres alguna infusión, quizá café?

—Café está bien.

—Oh, y ya le he dado de comer a Jasper —avisó ella—. Tiene gracia como pide comida en cuanto alguien está despierto.

Killian rió.

—Tiene que haberlo pasado mal. Por lo general siempre hay alguien despierto y pide alguna golosina cuando tiene hambre, así que ver a todos dormidos debe haber sido un martirio para él.

—No me extraña que esté así si come tanto —dijo ella, causando que el perro ladrara en su dirección—. Lo siento, lo siento, estás perfecto.

A medida que la comida iba desapareciendo de la mesa, también lo iban haciendo los cambia-formas que rodeaban la mesa. Al cabo de una hora, sólo quedaban Emily, Sam, el perro y él en aquella casa.

A ojos ajenos, Sam lucía intimidante y daba la sensación de que era alguien difícil de tratar; sin embargo, el humano pudo notar como era bastante calmado, tenía las ideas claras y amaba incondicionalmente a Emily.

—Seth estaba causando problemas cuando le dijimos que no participaría en la pelea —habló su grave voz cuando se sentó frente a él en la mesa—, pero sólo hizo falta mencionarte para que aceptara sin duda alguna.

—Me alegra que Seth se quede atrás con ustedes —confesó Emily soltando un suspiro—, aún es muy joven.

—¿No los somos todos? —preguntó Killian en un susurro.

La pareja miró el rostro afligido del chico. La fémina se inclinó sobre la mesa ligeramente y tomó su mano de manera reconfortante.

—¿Estás bien?

Mirándola a los ojos, asintió.

—Sí, sí, es sólo.... bueno, no quiero que nadie salga herido. Sé que tanto los Cullen como tú manada es fuerte, pero sigo estando preocupado.

Sam observó al chico humano; aún vestía su ropa de dormir, su cabello estaba despeinado y pequeñas sombras negras se formaban bajo sus ojos. El horrendo olor que había traído consigo de casa de los Cullen había menguado significativamente cuando tomó una ducha el día anterior y pasó rato en compañía del resto de chicos, por lo que su aroma natural resaltaba más ahora en lugar de apestar como aquellos chupa-sangres. Al principio no había entendido muy bien porqué su prometida estaba tan empeñada en invitarlo a pasar el día con ellos, pero tras escucharlo y verlo interactuar con la manada, tuvo en claro que era un chico normal cuya mala suerte lo había hecho terminar entre vampiros y lobos.

—Es normal estarlo —habló el varón mayor—, incluso yo lo estoy. En una pelea así puede salir todo a favor o todo en contra. Emily y yo hemos estado hablando sobre ello.

OJOS ROJOS; twilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora