033; entregar la vida

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Mil productos diferentes abarrotaban la estantería del cuarto de baño de Alice, todos ellos con la pretensión de embellecer la piel de una persona.

Alice peinaba el pelo Bella con movimientos lentos y rítmicos.

—Ya basta, Alice —instó en tono apagado—. ¿Cómo puedes estar tan tranquila con todo lo que está pasando?

Por un lado, seguía sin saber si Jacob respiraba o no; por el otro, continuaba sin ser partícipe del secreto que habían formado los Cullen para ocultar el estado de Killian. Ninguno le decía nada.

—Quiero volver a la Push —volvió a decir en voz alta, sus ojos evitando cruzarse con su reflejo en el espejo.

Alice la miró sin inmutarse. Dejó el cepillo a un lado y sacó su teléfono móvil antes de marcar el número de Edward. Menos de dos oraciones fueron las que salieron de su boca antes de finalizar la extremadamente corta llamada.

—Jacob continúa inconsciente —contestó Alice—. Carlisle o Edward te llamarán en cuanto despierte. De cualquier modo, debes ir a ver a tu padre. Estaba en casa de Billy, ha visto que Carlisle y Edward han regresado de la excursión y va a recelar cuando llegues a casa.

—No me preocupa. Quiero estar allí cuando Jacob despierte.

—Sé que has tenido un día muy largo, y lo siento, pero ahora has de pensar en Charlie. Debe seguir en la ignorancia para estar a salvo, es más importante que nunca. Sé que aún no has empezado a enfrentarte a ello, pero eso no quiere decir que puedas rehuir tus compromisos. Interpreta tu papel primero, Bella, y después podrás hacer lo que quieras. Parte de ser un Cullen consiste en mostrarse meticulosamente responsable.

—¿Qué sucede con Killian? ¿Cómo está él? —preguntó Bella, girándose sobre el pequeño banco y mirando con suma atención a la vampiro; si bien ella sabía mentir, había veces en las que Bella sabía darse cuenta de ello.

Alice sonrió. Metió las manos en los bolsillos de su abrigo, un acto que la humana no pasó desapercibido. Ella hacía lo mismo cuando su cuerpo temblaba involuntariamente.

—Killian estará bien, Bella. No te preocupes por él, pronto lo verás en pie siendo un pequeño saco de inseguridad como siempre. Vete a casa —le ordenó Alice—. Habla con Charlie. Dale vida a tu coartada. Mantenle a salvo.

Bella se puso de pie.

—Ese vestido te queda precioso —arrulló Alice.

—¿Eh? Ah. Esto... Gracias otra vez por la ropa —murmuró, más por cortesía que por gratitud real.

—Vas a necesitar una prueba —repuso Alice, con sus ojos abiertos de forma inocente—. ¿Qué es una excursión de compras sin un conjunto nuevo? Es muy favorecedor, aunque esté mal que yo lo diga.

Bella calló.

—Tanto Jacob como Killian se encuentran bien, Bella, te lo prometo —comentó Alice, intuyendo con facilidad su preocupación—. No hay prisa. Killian ha quedado al cuidado de Rosalie y Esme, no te preocupes. Sobre Jacob... si piensas en la cantidad de morfina adicional que ha tenido que inyectarle Carlisle, viendo lo rápido que la quema con esa temperatura que tiene, ya te puedes hacer idea de que va a estar fuera de combate durante un rato. ¿Hay algo de lo que quieras hablar antes de irte? —preguntó Alice con simpatía—. Debes de estar más que traumatizada.

—¿Seré como ella? —quiso saber—. ¿Me pareceré a Bree, la neófita del claro?

—Cada uno es distinto, pero guardará cierto parecido. Se pasa —le prometió.

—¿Cuánto tiempo necesitaré para superarlo?Ella se encogió de hombros.

—Unos cuantos años, quizá menos. Podría ser diferente en tu caso. No he visto a nadie que lo hay a pasado habiéndolo escogido de modo voluntario. Podría ser interesante observar cómo te afecta a ti.

OJOS ROJOS; twilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora