046; cuatro dólares

3.8K 626 63
                                    

Sobre la perfectamente arreglada cama de sábanas blanca descansaban distintas prendas de ropa que Rosalie había doblado con sumo cuidado. Su hermoso rostro se mostraba serio, labios inmóviles en una fina línea recta mientras continuaba doblando prendas de ropa con rabia.

—Prendas de ropa —farfulló por cuarta vez desde que había comenzado su tarea—, ¿para qué necesita prendas de ropa? Chucho pervertido.

Emmett, sentado en el sillón de la habitación, rió ante el enfado de su esposa.

—No lo sé —contestó Killian con un encogimiento de hombros, sentado al borde de su propia cama mientras también ayudaba a doblar prendas de ropa, sólo que estas irían dentro de su bolso de viaje—. Simplemente lo pidió.

Killian era una persona que, o sabía adaptarse a una mentira o era terriblemente malo siendo partícipe de ella. En este caso, había sabido adaptarse a la perfección. "Mi humano repudia tu aroma, más mi lobo es incapaz de no sentirte por más de un par de horas", había dicho el cambia-formas cuando el neófito le preguntó la razón tras su petición. Incluso ahora seguía sin comprender muy bien la mentalidad de los lobos (siquiera entendía la vampira o humana siendo y habiendo sido parte de ambas especies), por lo que no cuestionó y aceptó. El momento de la aceptación había sido algo extraño, porque Killian juraba que jamás había visto a alguien cuyos ojos brillaran tanto como los de Paul en aquel momento.

—¿Y tú aceptaste? —se quejó la rubia vampiro.

—¿Qué tiene de malo? Es sólo ropa.

—¡Imagina lo que puede hacer con tu ropa! —exclamó Rosalie, cambiando su expresión a una de repudio cuando un escalofrío recorrió su cuerpo de arriba a abajo.

—No todos son como Emmett —defendió el neófito.

El mencionado se enderezó y la fémina giró la cabeza con una de sus finas cejas alzadas.

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó amenazante.

—Emmett toma tus- —antes de que pudiera continuar, la gran mano del vampiro cubrió la mitad de su rostro mientras lo empujaba hacia su pecho y reía incómodo.

—Tus nadas —terminó Emmett.

Killian agarró la mano del contrario ágilmente y se libró de su agarre en un segundo, al fin siendo capaz de tener una oportunidad contra alguien tan fuerte como Emmett.

—Paul no hará nada con la ropa, Rosalie, simplemente es una manera de calmar al lobo mientras esté fuera. Ya sabes que no comprendemos muy bien cómo funcionan sus mentes pero si lo pide incluso cuando su personalidad es todo orgullo, será por algo —explicó el neófito.

La fémina suspiró, siendo incapaz de replicar ante la explicación.

—Pero... —comenzó de nuevo su queja—, ¡¿por qué debo ser yo la que le lleve la ropa?!

Entrando por la puerta de la habitación, Jasper contestó.

—Porque su vuelo sale en dos horas.

—Y llamé a la señorita Emily habló con Sam para que aceptara mi petición de dejarlo patrullar, así se distraería y no habría posibilidad de que aparezca por aquí —continuó Killian.

—Aún así... ¿no puede ir Jasper? —se quejó la fémina, dando un pisotón al suelo.

—Jasper no se lleva bien con Paul.

—¡Y yo tampoco!

—Pero tu eres mi hermana favorita y sé que eres la que mejor se va a comportar —y allí estaban otra vez esos brillantes ojos escarlata que brillaban con gran inocencia y manipulaban a la rubia a su antojo.

OJOS ROJOS; twilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora