006; el nuevo cullen

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Esme entró en la habitación de Killian alrededor de las nueve y media de la noche con una bandeja con sopa de pollo en las manos. El humano seguía en la misma posición en la que Carlisle lo había dejado, sin embargo, ahora temblaba un poco y murmuraba cosas ininteligibles mientras se quejaba. La vampiro se acercó a él y dejó la bandeja de comida encima de la mesita de noche, y se sentó al borde de la cama para quitar la compresa fría de la frente de Killian. Su temperatura seguía alta pero nada en comparación con horas atrás, cosa que alivió a Esme.

—Killian —murmuró la mujer—. Killian, despierta. Debes comer algo para poder tomar la medicación.

El adolescente se revolvió un poco en la cama antes de abrir los ojos lentamente. Killian hizo una mueca con sus labios antes de enderezarse.

—Sí —respondió en voz baja. Más sus ojos habían vuelto a cerrarse y daba pequeños cabezazos.

Esme sonrió con ternura.

—¿Cómo te encuentras?

—Mejor —respondió somnoliento.

—Eso es bueno —dijo ella—. Te he traído sopa y una medicación que ha dejado Carlisle para ti. Ha tenido que salir a una emergencia pero vendrá a verte en cuanto vuelva, ¿de acuerdo?

—Hm-mhm, sí, señora Cullen.

La fémina lo ayudó a sentarse correctamente y lo tapó lo más que pudo, dejando sus brazos expuestos. Killian pestañeaba para intentar abrir sus ojos, pero la luz le resultaba algo molesta.

—¿Puedes solo o te ayudo?

—Puedo solo. Gracias —dijo el menor con una pequeña sonrisa de agradecimiento por la oferta. Killian vio como Esme le colocaba la bandeja encima de sus piernas—. Muchas gracias.

—Intenta comer lo más que puedas, ¿si? La sopa te hará bien. Y toma la medicación con el zumo de naranja, ayudará a que se disuelva más rápido y haga efecto antes.

—Está bien. Gracias.

Killina hizo lo dicho por Esme. Luego de eso, Carlisle vino a verlo en mitad de la noche, cuando Killian estaba tan dormido que movía su nariz inconscientemente.

A Killian le tomó un par de días recuperarse completamente. Durante esos días todos se aseguraban de no hacer ruidos fuertes que pudieran molestarlo y preparaban el desayuno para él. Y, a decir verdad, eso hacía sentir un poco mal al humano, ¿por qué estaban haciendo tantas cosas por él sabiendo que luego nada sería suficiente como para agradecerles? Edward fue el primero en darse cuenta de sus pensamientos, obligando a todos a detenerse una noche y reunir a la familia en el salón.

—Lo estamos agobiando —explicó—. No está acostumbrado a tanto cariño y atención, y lo único que conseguiremos si seguimos así es que el chico colapse mentalmente.

Tras la pequeña explicación de Edward, las cosas se calmaron notablemente y Killian lo agradeció internamente.

Era un miércoles cuando Killian por fin pudo ponerse en pie, su salud había mejorado notablemente y se sentía más sano que nunca. Su alarma aún no había sonado y el Sol tampoco había salido pero él necesitaba levantarse de aquella cama, airear la habitación y asearse con tiempo para estar listo y presentable tras los últimos días en los que lucía como un muerto viviente. Hoy sería el primer día de clases y, para serse sincero, Killian estaba algo asustado. Para él, los lugares nuevos siempre habían guiado a una experiencia mala y aunque esta vez las cosas estuvieran yendo relativamente bien al principio, no quería hacerse ilusiones. Rosalie había aparecido la noche anterior en su habitación para mostrarle todas las cosas que le habían comprado para el comienzo de clase (y que Killian creía que no eran necesarias); un conjunto de ropa nueva para que estrenara por parte de Alice, apuntes de años anteriores de Rosalie por si los necesitaba para estudiar y los materiales que habían ido a comprar juntos. La rubia vampiro se encargó de explicarle tanto como pudo cómo era el instituto de Forks, las personas que había conocido y los profesores que había. Y, de esa forma, sus nervios se habían apaciguado un poco.

OJOS ROJOS; twilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora