042; hermano oso

4.4K 737 140
                                    

El día amanecía tranquilo y con su particular clima, más todo indicaba que sería un día idílico para celebrar una boda.

Alice se había preparado, habiendo arreglado sus pelos con suaves tirabuzones que caían a ambos lados de su rostro. Bella, por otro lado, parecía que le habían pasado siete camiones por encima.

—¡Oh, demonios! ¡Mírate los ojos! —reprochó chasqueando la lengua mientras metía a la futura Cullen dentro de su Porsche—. ¿Qué es lo que has hecho? ¿Has estado levantada toda la noche?

—Casi toda.

Le miró con cara de pocos amigos.

—No es que tenga mucho tiempo para dejarte deslumbrante, Bella, la verdad es que podrías haber cuidado un poco mejor la materia prima.

—Nadie espera que esté deslumbrante. Creo que el peor problema de todos será más bien que me quede dormida durante la ceremonia, no sea capaz de decir «sí, quiero» en el momento oportuno, y entonces Edward aproveche para huir de mí.

Ella se echó a reír.

—Te tiraré mi ramo de flores cuando se acerque el momento.

—Gracias.

—Al menos, mañana tendrás un montón de tiempo para dormir en el avión. Bueno, ya estás lista y tu maleta preparada.

—¡Alice, me hubiera gustado que me dejaras empaquetar mis propias cosas!

—Pero eso te hubiera proporcionado demasiada información.

—Y tú hubieras perdido una oportunidad para ir de compras.

—Serás mi hermana oficialmente dentro de diez cortas horas... Va siendo hora de que abandones tu aversión a la ropa nueva.

Bella fulminó con la mirada el parabrisas, aunque un tanto grogui, hasta que llegaron cerca de la casa.

—¿Ha regresado ya? —le preguntó la humana.

—No te preocupes, estará aquí antes de que empiece la música, pero tú no debes verle, no importa cuándo regrese. Vamos a hacer todo esto a la manera tradicional.

La contrario resopló.

—¡Tradicional!

—Vale, tradicional si dejamos a un lado a los novios.

—Ya sabes que él seguramente habrá echado una ojeada a hurtadillas.

—¡Oh, no! Yo he sido la única que te ha visto con el vestido. He tenido mucho cuidado de no pensar en él cuando Edward andaba cerca.

—Bueno —comentó Bella mientras Alice giraba hacia el sendero de la entrada—. Ya veo que has reutilizado la decoración de tu graduación.

Los cuatro kilómetros y medio que llevaban hasta la casa habían sido decorados con miles de luces titilantes, a las que había añadido esta vez lazos blancos de satén.

—Lo que desperdicias es porque no lo sabes apreciar. Disfruta de esto, porque no te voy a dejar ver nada de la decoración del interior hasta que llegue la hora.

Entraron en el cavernoso garaje situado al norte de la casa principal. El enorme Jeep de Emmett aún no estaba allí.

—¿Y desde cuándo no se le permite ver la decoración a la novia? —protestó Bella.

—Desde que yo me he quedado a cargo de la boda al completo. Quiero que percibas todo el impacto cuando bajes las escaleras.

Alice le colocó las manos sobre los ojos antes de dejarle entrar en la cocina e inmediatamente le asaltó el aroma.

OJOS ROJOS; twilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora