Capítulo XIX

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Eric

Cuando me giro, paso mi mano, pero el lugar a mi lado se siente vacío, abro los ojos lo más rápido posible dándome cuenta de que Dafne no se encuentra en cama.

No sé ni como levanto la mirada al closet.

Ahí esta su ropa, eso significa que no me abandono, reviso el teléfono y me encuentro con mensajes de mi pelinegra y la detestable Vanesa.

Mi pelinegra: Hoy tuve una cita con mi hermano, no quise despertarte, te contare todo cuando regrese.

Mi pelinegra: Linda quiso quedarse, así que puede que los señores Harrington lleguen a la casa, espero no estar para cuando eso pase, éxito.

Sus comentarios sarcásticos de no toparse a mi familia me hacen reír, aunque no es para menos, me preocupa el hecho de que mis padres quieran venir a casa.

Vanesa: Tenemos que hablar. Hay algo que llevo ocultándote por bastante tiempo y ya es momento de que sepas la verdad.

Decido ignorar el mensaje de la ultima mujer y solo contestarle a mi esposa.

El sonido de algo cayéndose capta mi atención, pero no es lo suficiente alarmante como para que decida salir de la cama. El grito que viene de la planta de abajo hace que me remueva una vez más.

Lo ignoro una vez más, hasta que escucho que no solo es una voz, son más.

Salgo casi corriendo para ir a ver, y no me gusta lo que estoy viendo.

—¿Qué hacen aquí? —hago que las tres personas dejen de discutir para mirarme.

—¿No es obvio? —contesta la mujer.

—No, no lo es, si lo fuera, no te estuviera preguntando —contesta con aire arrogante Linda.

—No te atrevas a hablarle así a tu madre, es la primera advertencia, Linda.

Se acerca a ella, pero me cruzo en su camino antes de que se atreva a ponerle un dedo encima.

—Ni se te ocurra. No es una niña como para que la reprendas por lo que dice.

—¿Vas a dejar que le hable en ese tono?

Me encojo de hombros.

—Algo le habrá dicho para que reaccionara de esa manera.

La bofetada de mamá me recibe y no me inmuto en ningún momento.

—Si ya desquitaste tu coraje, pueden retirarse, dado el hecho que no son bienvenidos aquí.

Eso los desestabiliza y puedo ver los ojos llorosos de la mujer que tengo en frente, pero no caigo en su juego de manipulación, eso hacia cuando se sentía acorralada.

Sostengo la mano de Linda para darle apoyo, y no se necesita ser adivino para darse cuenta de que estaban teniendo una discusión acalorada minutos antes de que yo llegara.

—Nada más eso faltaba, que mis dos hijos me trataran de esta manera, cuando lo único que yo he hecho por ustedes es darles todo el amor que merecen.

—Mentira —contesta la mujer a mi lado—, no es el amor que merecíamos, diste el que te convenia.

Mamá se recompone y se que el siguiente paso después de su manipulación es la amenaza.

—Esta bien. Ustedes ganan hoy. Solo veníamos por Linda, pero dado el hecho de que no quiere ir con nosotros debo informarte de tu futuro matrimonio.

Ambos palidecemos al escuchar eso.

—¿Mi qué? —dice tratando de recuperarse.

—Matrimonio —termina el señor Harrington—. En tres meses serás prometida, no te estamos preguntando, te estamos avisando.

Más allá de un contrato de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora