Capítulo XX

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Dafne

—¿Estás ahora más feliz? —pregunta mi hermano.

—Lo hago.

El tiempo con mi hermano está acabándose y es que parezco una niña de 10 años contando los días que faltan para que el se vaya y se quede otro vacío.

Agradezco que este conmigo en estos momentos, de igual forma Aranza sabia mi decisión y lo apoyo, me alegra saber que ella está feliz con lo que decidí.

Mi hermano me deja en casa donde encuentro a Linda con bocetos de sus diseños.

—Me alegro de que ya estes en casa —me dice levantando la mirada.

—¿Cómo les fue? —le recuerdo el hecho de que sus padres iban a venir.

Blanquea los ojos ante lo que le digo.

—Ni me lo recuerdes —hace a un lado sus bocetos para relatarme todo lo que paso mientras no estuve.

Me dedico a escuchar todo lo que discutió con sus padres y el hecho de que Eric se pusiera de su lado, no esperaba menos de él, ama a Linda y a pesar de que se molestan se que la defenderá de todos.

—¿Y que harás ahora?

—Huir —contesta— no pienso quedarme aquí a que me tengan de títere. Cancelaron mis cuentas, como si las usara, eso me ayuda a que termine de romper lazos con ellos.

Entiendo el sentimiento de querer huir de casa.

—Bueno —se queda pensando lo que va a decirme— uso la cuenta que me dio Eric en exceso porque el dinero viene de él, espero que no me cancelen esa.

Rio ante su comentario.

—Bueno, es tu futuro, apoyo la decisión que te haga feliz. Respecto a la cuenta, que yo sepa esos gastos los maneja Eric, no tus padres.

No sé qué más decirle, siento que no soy buena dando consejos.

Ella no espera mas palabras de mi parte, por ello es por lo que cambia de tema dejándome ver lo que tiene planeado para la siguiente temporada.

Me quedo un rato mientras le doy mi opinión y la ayudo o al menos eso intento, subo a terminar mi trabajo pendiente dejándola sola abajo con Maca.

La puerta se abre dejando pasar a un Eric con la corbata floja y los primeros dos botones de su camisa desabrochada.

Su rostro debería ser alegre, pero no lo está.

—¿Paso algo? —le digo acercándome y plantando un beso en sus labios.

—Vanesa tiene un hijo.

Me toma por sorpresa sus palabras directas.

—¿Tuyo? —pregunto después de un largo silencio.

—Eso dice —me contesta.

—¿Eso dice? —le repito sus palabras.

—Es raro que diga que es mi hijo cuando lleva tiempo aquí y nunca lo menciono, es más, antes de casarme pudo decirlo y solo cerro el pico.

Una parte de mi se queda pensando en lo que acaba de decir y tratar de pensar en que quizá tiene un hijo con esa mujer y no conmigo, pero eso no es lo que importa ahora, sino el hecho de que necesita un hombro donde recargarse con lo que escucho hace unas horas, y si Vanesa piensa que con eso lograra crear una brecha entre los dos está equivocada.

Sostengo su mano para entrelazarla con la mía y besar sus nudillos.

—¿Le pediste una prueba de paternidad? ¿Cómo es el niño?

Más allá de un contrato de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora