Epílogo

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28 de noviembre del 2024

Dafne

Me miró en el espejo admirando lo que veo.

El vestido color perla que tengo puesto me hace no querer quitarle la mirada de encima. Se ajusta a mis senos dando la ilusión de que son más grandes de lo normal, los tirantes caen por mis brazos dejando mis hombros descubiertos. Me moldea la cintura dejando que lo demás sea suelto.

Aun con tacones se arrastra parte del vestido cubriendo por completo mi calzado. De la parte de atrás la cola es solo unos centímetros más larga.

Liso, brillante, elegante y no tan escandaloso. Es perfecto.

Oculta el pequeño bulto que esta apenas visible. Azahara y la hija de Susan se encuentran con un vestido color verde oscuro que comparten con Aranza, Linda y Susan: mis damas de honor.

Las miro por el espejo y Azahara esta encantada tocando la barriga sobresaliente de mi amiga. Esta ilusionada con la idea de que tendrá un bebe con el cual jugar junto a la hija de Susan.

No hemos querido comentarle nada, porque no queremos llevarnos una desilusión, preferimos que hasta que estemos fuera de peligro, lo hablaremos con ella. No ha sido una niña que tenga miedo de que la dejaremos de querer si hay un bebé más en la familia, al contrario, ella es la que ha estado pidiendo un hermano.

Deja un suave beso sobre la barriga de mi hermosa dama de honor haciendo que llene a mi niña de besos en el rostro dejándole labial en sus mejillas.

—Ahora tendré que limpiarme —le dice mi hija.

—Ven aquí, la tía Linda se hará cargo.

Linda se encarga de limpiar con delicadeza a Azahara.

—¿Estas nerviosa? —se me acerca Susan con una sonrisa en el rostro.

—No lo niego, estoy un poco aterrada.

—¿Por qué? Digo, ya pasaron una vez por esto y ahora es lo mismo, pero con tu boda de en sueño.

Tiene razón, Eric me esta dando la boda de mis sueños tal cual la quería, en ningún momento se negó en algo de las cosas que quería agregarle.

—Supongo que es porque ahora es diferente. Ahora no hay un contrato de amor que nos obligue a hacerlo.

—Son los nervios de novia —termina por decir.

Asiento mientras su hija se acerca, casi todo de ella grita que es hija de Max.

—Madrina, bonita.

Bajo hasta quedar a su altura y es que esta en la edad en la que dice ya frases pequeñas.

—¿Madrina bonita? ¿Si mi amor? —le planto un beso su mejilla sonrojada cuidando de no mancharla.

—¡Prima Azahara! —sale huyendo hacia Azahara con las mejillas rojas y las risas de todas se hacen presente al ver a la pequeña refugiarse en mi hija.

—Tiene razón —le da la razón Linda—. Estas muy bonita. No es para menos que cuando te vea el cabezota de mi hermano caiga de rodillas otra vez.

—Esa es la idea —les digo.

Opté por quitar el velo, si bien el vestido venia con velo, sentí que le estaba poniendo demás.

Solo recogieron mi cabello en un moño bajo dejando dos mechones de mi flequillo largo por mi rostro.

Somos interrumpidas con los toques de la puerta.

—¿Lista? —me pregunta Valeria: la mujer que se encargo de que todo saliera como lo planeaba.

—Lo estoy.

Más allá de un contrato de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora