Capítulo XXIV

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Vanesa

No logro concentrarme en los documentos que tengo.

Me obligo haciéndolo otra vez, pero vuelvo a fallar. Los gritos y risas de Jason me distraen y salgo a ver el por qué tiene tanto escándalo.

Lo veo colgado del hombro de su padre que lo sostiene haciéndole cosquillas, sus risas son aire fresco para dejar de lado mis problemas y falta de concentración.

Cuando esos ojos verdes claro conectan con los míos, le sonrío.

—¡Mami! Mira, vino papá.

Acomoda a Jason en sus brazos mirándome. El parecido de ambos es demasiado, los genes dominantes fueron los de él.

—Ya lo veo —digo con una sonrisa falsa al mirar a su padre.

—¿Vas a quedarte a comer con nosotros? Hace mucho que no vienes, mamá dice que es por el trabajo —mi hijo enrolla sus brazos alrededor del cuello de su padre.

—Cariño, tu papá no puede...

—Por supuesto campeón, papá tiene tiempo para pasar el resto del día contigo —deja un beso en la mejilla de nuestro hijo dejándome con la frase a la mitad.

—Bien, iré a decirle a Ara que ponga tu plato.

Sale corriendo directo a la cocina, dejándome con su padre, camino de regreso a mi oficina y escucho las pisadas de él. Cierra la puerta con seguro y se pega a mi espalda.

Pasa sus manos alrededor de mi cintura dándole un pequeño apretón que en estos momentos no me generan nada, no son las manos que quiero sobre mí.

Las quito y me zafo de su agarre lo más rápido posible.

—¿Qué haces aquí? —le digo mientras me siento.

—¿Qué te pasa? Se supone que vine a pasar la tarde con mi hijo y a distraerme contigo.

—No soy tu juguete de distracción, no me hagas repetir la pregunta.

—¿A caso no puedo venir a ver a mi hijo y a mi amante?

—No soy tu amante, ahora, si estás aquí por tu hijo, sal de aquí y ve con él, no me molestes.

Gira mi silla haciendo que levante el rostro para verlo. Esos ojos verdes claro son idénticos a los de mi hijo.

—Lo eres, aceptaste serlo años atrás cuando estabas con Eric.

Mi cuerpo se tensa al escuchar salir el nombre de Eric de su boca.

Con su mano aprieta mi mandíbula haciendo que mi boca se entreabra en el proceso, coloco mis manos sobre la de él, el dolor comienza a aparecer.

Con la presión que ejerce en mi mandíbula me obliga a levantarme, acerca su rostro para dejar un beso corto en mi boca «asqueroso».

—Que no se te olvide quien soy, Vanesa. Una vez siendo mi amante, siempre lo serás, fuiste tan tonta en salir embarazada de mí, mantente alerta en un futuro, porque si tengo ganas de venir a saciar mi estrés contigo, lo haré.

—No puedes...

Estampa sus labios con los míos, intento resistirme, pero termino cediendo y regresándole el beso.

—No estoy preguntando si puedo o no, estoy dejándote las cosas en claro.

—Eres un maldito asqueroso, dijimos que esto no se repetiría. ¿No sientes al caso un poco de lastima por tu esposa? —coloco mis brazos sobre sus hombros.

—Fuiste tú la que me sedujo porque en tu relación ya no te daban la atención que querías, así que por mi esposa no te preocupes, puedo darles la atención que merecen ambas.

Más allá de un contrato de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora