Capítulo XLII

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Dafne

—¿Y tu que es lo que quieres? —me pregunta.

Estamos recostados en la cama aún, juro que la sensación de tenerlo conmigo otra vez, se sintió como los viejos tiempos.

Aquello que no creí que volvería a pasar.

—Yo también quiero —le confieso.

—¿Sin huidas? —me pregunta dudoso a lo cual solo me hace sacar una sonrisa de boca cerrada.

—Si te portas bien, no habrá huidas.

—Yo siempre me porto bien.

—¿Estás seguro de eso? Yo recuerdo otra cosa.

—Solo un poco —acepta.

Ayer cerramos la parte que nos hacia sentir mal, tanto para él como para mí. Dejo que yo hablara tanto como él lo hizo, me conto todo lo que paso en Irlanda mientras yo no estaba, la separación de su familia, el querer crear un vinculo una vez más con él, Gerard recibiendo entrenamiento para estar frente al banco en un tiempo más, Jason: el hijo de Vanesa.

La vida no solo fue difícil para mí, sino que también lo fue para él. Él tuvo dolor y a pesar de que quería sanarlo conmigo, aprendió a hacerlo solo, me siento orgullosa de todo lo que logro en este tiempo.

La bebé de Susan nació, se convirtió en el padrino de la hermosa bebé que me muestra en fotos.

Tanto Susan como Max están encantados de la niña que tiene el mismo color de cabello que su padre, es una mezcla excelente de ambos, pero los genes de Max predominaron y es encantadora.

—¿Y es tan bonita como lo es en fotos? —le pregunto mientras sigo embobada con la foto de la niña.

La sonrisa brota de manera natural de mi rostro, estoy encantada con la niña, debe de ser solo unos meses más grandes que nuestro pequeño.

Me hubiera encantado que ambos crecieran juntos, pero supongo a veces la vida nos pone trampas de las cuales no sabemos como escapar y terminamos perdiendo ante ellas.

Me alegro de que Susan y Max tengan esta oportunidad.

—No me cambies la conversación —me dice cuando dejo de prestarle atención.

—No lo hago —recapitulo dejando de lado la belleza de niña—. Ambos hemos hecho lo mejor que pudimos, ambos buscamos ayuda profesional y nos encargamos de cortar lazos con las personas que nos lastiman, ambos sanamos todo aquello que teníamos enraizado y no dejábamos ir.

—Lo hicimos.

—No pienso huir, eso quedo atrás, te prometí que cuando me sienta abrumada lo hablare contigo, porque de eso se supone que tratan las relaciones, te pedí hace tiempo confianza y comunicación y fui la primera en romper ese trato.

—Son entendibles las razones por las cuales lo hiciste, te pusiste a ti primero y tu salud mental y eso es lo que importa.

Niego.

—Debí contarte como me sentía antes de irme, pero no lo hice y no hay justificación para ello, quiero estar contigo —confieso—. Si me lo preguntas, hace unos meses esto parecía algo imposible de creer, el pensar que iba a estar despertando a tu lado otra vez diría que es una broma.

—Pero estoy aquí.

Me pega a su pecho y deja que me hunda en el olor que emana, sigue siendo ese aroma que me encanta y me hace sentir tranquila.

Nos ponemos al día de nuestras vidas, lo escucho y me escucha y esa es la relación que estamos entablando en esta semana, a pesar de que los besos suben de tono en algunas ocasiones tanto él como yo lo mantenemos ahí, en besos.

Más allá de un contrato de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora