Capítulo XXVII

4.3K 259 19
                                    

Eric

El dolor en el pecho sigue estando desde hace dos días.

Una mierda con el presidente, no pude contactar a Dafne para decirle que la maldita reunión era con el presidente, teléfonos, computadoras, micrófonos, cualquier aparato electrónico fue retirado, creí que la reunión duraría poco, no que me dejarían encerrado casi dos días solo para una negociación con él.

Cuando salí pedí que tuvieran listo todo para regresar a Irlanda, no soporto ni un minuto más estar lejos de mi familia.

Dafne y mi hijo.

Solo espero que Dafne no quiera matarme por no tener noticias mías.

Prendo el teléfono notando que hay algo extraño, no funciona de la manera correcta, además de que no hay mensajes o llamadas por parte de mi esposa desde hace dos días.

Nada.

El dolor en mi pecho sigue y no me explico, llevo mi palma a mi pecho dando suaves masajes.

—¿Le duele el pecho señor Harrington? ¿Le busco algún medicamento? —pregunta la azafata.

—No, no es nada.

La ignoro tratando de entrar a su conversación dándome cuenta de que está vacío.

Nadie toca mis cosas.

Detengo a la azafata que espera a que le de una orden.

—Trae a Omar.

Es lo único que digo y ella no necesita que le diga más, pasa a la parte trasera del jet privado trayendo a Omar.

—¿Quién toco mis cosas? —es lo primero que pregunto.

—Nadie.

Lo aniquilo con la mirada, sabe que es una puta mentira, yo jamás borraría nada y más si se trata de algo personal.

—¿Quien se acerco a mi teléfono? —repito.

—Solo la secretaria del presidente, ella fue la que tomo todas las pertenencias de los presentes —hace memoria—, intente que me diera sus cosas personales, pero no dejo que nadie ajeno a ella las tocara.

Esto no me gusta.

—Dame el teléfono que tiene el jet.

Omar sale y regresa con el teléfono móvil que tengo en el jet. Se retira cuando no necesito más.

Marco el numero que se de memoria, este me manda a buzón. Lo intento un par de veces teniendo el mismo resultado y comienzo a desesperarme que no conteste.

Marco el numero de Michael, pero me envía a buzón directo.

Que mierda esta pasando.

Termino por pedir un favor a la mujer que debería estar reposando en casa con su embarazo.

—Susan quiero pedirte un favor —no saludo, no dejo que ella me conteste—. Ve a mi casa y dime como se encuentra Dafne.

Eric...

—No me contesta y ya intenté marcando a Michael, tengo el mismo resultado, no quiero enviar a mi familia a que la vea, las únicas personas que me generan confianza de que la vean sin causarle alguna preocupación.

Eric...

—Por favor —la vuelvo a interrumpir.

Su voz suena apagada, decido no preguntar y escuchar lo que dice del otro lado de la línea, contestándole que ya voy en el avión y en menos de 2 horas aterrizo en el aeropuerto de Dublín.

Más allá de un contrato de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora