Capítulo XXXIII

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Maratón 1/2

Eric

Max se retira de la mesa, dejando un beso en la mejilla de su esposa y uno en el vientre de ella.

Se despide de mí con la mano.

—¿No hay beso para mí? —bromeo al ver que solo me da la mano.

—Quizá en otro momento, estamos con compañía el día de hoy —me sigue el juego.

—Espero que no sea tarde —continuo.

—Si eres capaz de esperarme para dentro de tres semanas, tal vez tengas un poco de suerte —sale del comedor dejándome con su esposa.

Susan me da una sonrisa juguetona, le devuelvo la sonrisa.

El dolor de cabeza es casi nulo a estas alturas de la mañana.

Susan me recuerda que hoy tenemos una charla pendiente. No puedo escapar, estoy atrapado con una embarazada en su casa.

Terminamos de desayunar y no despega la mirada de mí.

—¿Por qué dijo tres semanas? —pregunto intentando cambiar el tema que ella quiere hablar.

—Se va a Inglaterra por asuntos de trabajo, hemos acordado que lo mejor será que vaya ahora para que cuando nazca la bebé él pueda disfrutarla de tiempo completo sin tener que salir del país.

—Esta emocionado de ser padre —le digo mientras yo también recuerdo que estaba emocionado.

—Lo está, es decir, los dos estamos emocionados de esta nueva etapa. Incluso hemos llegado a pensar que nos gustaría que fueras el padrino.

—¿Solo pensarlo?

—Es un hecho —me afirma— no puedes negarte, eres como mi hermano y la persona más cercana a mi familia que tengo a estas alturas de mi vida.

Me mantengo callado mientras la escucho hablar sobre yo siendo el padrino de su hija.

—Sabemos que lo que paso con Dafne es una de las cosas más dolorosas que alguien puede vivir, la pérdida de un hijo. No lo hemos mencionado porque no quiero que te sientas incómodo con lo que te estoy pidiendo.

—No me incómoda —le aclaro.

Solo duele, pero no por eso soy capaz de quitarle la felicidad que tiene Susan por su hija, es de las pocas personas de mi circulo social que estaré feliz por ella.

Asiente y acerca su silla a mi lado.

—Que sea rápido —advierto.

Se que quiere que hable con ella, y solo hoy se lo daré. A decir verdad, me hace falta hablarlo y no solo callarlo con el alcohol.

—¿Cuándo piensas firmar los papeles de divorcio? —pregunta con cautela.

—No lo sé —me sincero con ella.

—Yo creo... que sabes que es momento de firmar, pero te sigues aferrando a no soltarla.

—No poner mi firma en esos documentos de cierta manera me hace sentir que sigo a su lado —confieso.

—Entiendo.

—Si firmo el divorcio, siento que la voy a perder para siempre.

—Es precipitado decir para siempre.

—¿A qué te refieres?

Exhala antes de hablar.

—Opino que lo mejor es que cada uno sane las heridas que trae enterradas en su pecho —continua—, Dafne vivió más de la mitad de su matrimonio siendo tratada mal, no solo por tu familia sino por ti también. Es algo innegable, ahí está la primera herida, cuando quiere ser libre y que todos conozcan su nombre, no solo cómo la esposa de o la hija de alguien, por su nombre vienes tú y le dices que lo intenten.

» Entre dudas ella acepta y te la oportunidad que no soy yo quien para opinar si la merecías o no por todo lo que sufrió antes contigo.

» Cuando está en su punto más alto en cuanto a profesión y personal, tiene un accidente, si, por factores externos, pero la culpa está ahí.

» Lo que ella quiere es sanar, y está en todo su derecho de hacerlo al igual que tú, ella se fue, Eric. Tienes que dejar que cierre toda esa historia llena de dolor y que la deje atrás.

—¿Y si no vuelvo a verla después de firmar el divorcio?

—No solo se fue por ti —me explica—. Ella tiene todo un historial con su familia, perdió a sus abuelos en un accidente similar a cuando tuvo el abortó, su familia ni siquiera tuvo la decencia de aparecer y su hermano se fue a un país con terrorismo cuando ella estaba mejorando su relación con él.

Enumera las razones que ni siquiera estaba tomando en cuenta.

—La razón por la que se fue de aquí no solo fue por ti, fue por ella.

Analizo todo lo que ella está diciendo y entiendo las razones de porque ella se fue, aun así, duele.

—¿Y qué hay del dolor que yo tengo? —pregunto.

—Debes tener tu duelo. Sal, vete del país y vive tu propio duelo, busquemos terapia si es necesario, pero también tienes derecho a alejarte con todo lo que ha pasado.

Solo me dedico a escucharla mientras acaricio el vientre de mi amiga.

—¿Y mis negocios?

—Ángel se puede encargar de la parte del banco y yo de la aeronáutica. Ese es mi trabajo, tampoco te vas a desligar de todo, solo necesitas sanar sin dejar de estarte echando la culpa de todo lo que sucedió en estos últimos meses, fueron muchas emociones en todo este tiempo, es válido que te sientas así, pero no puedes quedarte toda tu vida así.

—Lo pensaré.

Es todo lo que respondo y ella no insiste en una respuesta de mi parte, sabe que escuche cada palabra que dijo y quizá tiene razón, necesitamos sanar, quizá por separado nos funcione mejor que estando juntos.

• ────── ✾ ────── •

Los intentos de mi familia por contactarme siguen insistiendo, terminan del mismo modo todos, en el buzón.

Que Cecilia se arregle como pueda, que se apoye de Gerard, a mí no me interesa tener contacto con ellos.

Maca deja entrar a Ángel al departamento.

—¿A dónde tenemos que ir a beber el día de hoy? —pregunta— ¿Algún lugar en específico que quieras invitarme?

—¿No debe de ser al revés?

—No, mejor gastemos tu dinero.

—Eres un tacaño.

—No seas un mentiroso, he pagado las últimas dos salidas y ¡Oh, sorpresa! El dinero que gastamos tomando es excesivo.

Bufo.

—Eres millonario.

—Porque cuido mi dinero.

—Y yo gasto mi dinero contigo, yo creo que te aprovechas de mi generosidad.

—Se que me quieres tanto como para ser generoso conmigo.

Su estupidez me hace sentir mejor el día de hoy.

—¿Y entonces?

—Tal vez al debamos ir a un lugar más privado, he sido vetado de algunos lugares por ser mala copa —se comienza a reír de lo digo—. Necesito que mi último día de borrachera sea inolvidable.

El teléfono suena y vuelvo a ignorarla.

—¿Hasta cuando vas a ignorarlos? —me pregunta.

—Hasta que tenga todo lo que amo conmigo.

Teniendo en cuenta que acabo de perder a la mujer que amo junto a mi hijo, me temo que será bastante tiempo el que no quiero saber nada de ellos.

Palmea mi espalda cuando paso junto a él para irnos a tomar como en los viejos tiempos.  






Más allá de un contrato de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora