Capítulo XXXVII

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Fecha: 28 de noviembre, 2021.

Ubicación: Turquía.

Dafne

La señal es un maldito asco en este lugar.

—¿Si me estas oyendo? —le pregunto a Michael que está del otro lado de la línea.

—Se escucha entre cortado —es su respuesta y es tal cual yo lo escucho.

Suspiro antes de que tenga que cortar la llamada y preguntarle como va todo.

Necesito tener una actualización de lo que ha pasado en Irlanda los últimos meses, estar aquí es estar incomunicado. Mentiría si dijera que uno se acostumbra, pero jamás me voy a acostumbrar a la vida que se lleva aquí.

—¿Si vas a ir a recogerme? —pregunto.

—Si, Richard y Aranza también irán —su confesión me alegra la tarde—. Justo ahora voy llegando a su casa, saldremos mañana en la noche.

Un día más y poder ver a mis hermanos de otra madre.

Me pone al tanto de algunas cosas en el tiempo que tenemos en línea, acepto que el resto me lo diga cuando me vea.

El tiempo de llamada se me acaba y solo alcanzo a despedirme.

Estos meses fueron caóticos, la manera de llegar a Turquía fue toda una travesía que realmente se queda como una experiencia que jamás voy a olvidar.

Ali fue enterrado junto a todos aquellos que murieron ese día, lagrimas derramadas y una niña incontrolable al saber que su hermano no volvería a jugar con ella.

La hematofobia con el paso de los días fue siendo controlado, Liam y Jerf estuvieron ayudándome con eso.

El sentirme mal conmigo misma fue quedando sepultado en esos lugares en los que estuve.

Jerf me enseñó que podemos dejar atrás todo aquello que no nos suma a nuestra vida, cada que pasábamos por un lugar, escribíamos cartas donde dejábamos todo aquello que nos pesaba.

El escribir nos ayuda a despejar todo aquello que no podemos decir con palabras, todo aquello que pensamos, pero no sabemos cómo sacarlo.

Yo de verdad creía que no iba a funcionar, pero... cada que vaciaba todo aquello que no podía hablar, sentí cómo estaba equivocada.

Todas aquellas paradas que hicimos hasta lograr pisar suelo turco se quedaron con cartas me hicieron sentir aliviada cada que veía mis sentimientos plasmados en ellas.

Pude contactar con la psicóloga del sanatorio, logrando que las sesiones se adaptaran a las condiciones en las cuales estaba.

A lo largo de estos meses logramos hacer que algunas personas salieran de este lugar, principalmente las mujeres y las niñas. El machismo y el trato hacia las mujeres en esta parte del mundo es lo peor que puede existir.

Por supuesto que hubo niños que fueron llevados a otros lugares donde pudieran crecer sin pensar en las noches que algo iba a impactar con ellos.

Otros decidieron quedarse donde su familia se quedaba y fue entendible.

Por otra parte, despegarme de Azahara ha sido demasiado difícil, nos volvimos bastante unidas, estando las dos solas cuidando la una de la otra, ocasionalmente Liam pasaba tiempo con nosotras, el tiempo que pasaba en los hospitales o realizando cirugías le comían el tiempo.

Después de explicarle lo que sucedió con Ali, entendió que no se volverían a ver, al menos en esta vida. Al tener cinco años su manera de entender que se tenia que separar de Ali, fue difícil, la manera en que buscaba a su hermano de 7 años me seguirá doliendo.

Más allá de un contrato de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora