Capítulo No. 35

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—¿NO ESCUCHASTE LO QUE TE PREGUNTE? ¿QUE HACES AQUÍ? —preguntó al ver a Miguel muy instalado en el escrito de su papá. 

—¿Puedes dejar de gritar? No estoy sordo —respondió una media sonrisa en el rostro —Y respondiendo a tu pregunta —señalando el escritorio —¿No es obvio? Estoy trabajando.

—¿Qué? ¿Trabajando? ¿Aquí? ¿Y se puede saber porque mi papá no me dijo nada? —poniéndose delante del escritorio con los brazos cruzados. 

—No lo sé, a mi no preguntes. Yo solo estoy cumpliendo ordenes —recogiendo su cuerpo con la mirada, estaba hermosa, con unos jeans ajustados, una blusa negra de tiros, para luego mirarla ojos provocadoramente  —Mia.

Odiaba cuando la miraba así, no porque le disgustara, al contrario, odiaba lo que le provocaba, todo lo que sentía cuando lo tenía cerca. Incluso en este momento, tenía una camiseta roja, con una camisa de cuadros rojos con blanco, una chaqueta negra con rayas blancas y rojas en los lados y unos jeans ajustados, tenía un aire de "bad boy" que solo él inspiraba. Espera un momento, ella reconocía ropa. El muy descarado se había puesto la misma ropa que cuando se conocieron la primera vez, incluso como hacía mas ejercicio ahora, la chaqueta le quedaba mas ajustada haciendo que se vea mucho mejor. ¿Cómo puede ser tan guapo?

El no estaba ahí por trabajo, el estaba buscando otra cosa. Por lo que se acerca, golpea la mesa con las dos manos y inclinándose sobre el escritorio.

—¿Qué realmente estas haciendo aquí Miguel? ¿No disque tu no ibas trabajar con mi papá por un tema de "dignidad"? —preguntó esperando alguna reacción de el, pero el solo se sonrió echando su asiento para atrás y acomodándose. 

—¿Por que te importa? Tu dijiste que no había problema que siguiera trabajando con Franco, así que... ¿Por que te afecta tanto? —parándose lentamente e inclinándose sobre la mesa quedando a centímetros de ella mirando sus labios y sus ojos —a menos, que si te importe.

Ella no se iba a echar para atrás, si el quería jugar, ella también podría. No iba a caer tan fácil, ni siquiera porque se moría por tocarlo, besarlo, por abrazarlo. Hasta se había puesto el perfume que ella le había regalado, el muy desgraciado. Así que se mantuvo ahí, a centímetros de el. 

—Ja. Ja. Ja. Ja. No me hagas reír. Es cierto, yo te dije que podías seguir trabajando con mi papá, que yo no me iba a meter, pero algo me dices que tu estas aquí por otra cosa. 

—¿Ah si? ¿Y cual es según tu? —provocándola acercándose a ella —porque yo estoy aquí por trabajo, ahora sí tu piensas otra cosa, son tus pensamientos no los míos. 

—Ujum... No me digas, oye, y ¿Te puedo preguntar una cosa? —también provocándolo.

—Lo que quieras...

—¿Te duele?

—¿El que no estemos juntos? Muchísimo

—La cara, charrito —él simplemente bajó la cabeza sin dejar de estar cerca de ella, pero cuando la levantó se estaba riendo. 

—Veo que tu amiguito ya te dijo, así que por eso no estabas en el colegio, ¿verdad?

—No quiero que se vuelvan a pelear.

—El me golpeo primero, yo solo me defendí. 

—El me lo dijo. 

—Ah tan sincero el niño. 

—Mucho mas que otro que conozco. 

—Todo un príncipe azul. Lastima. 

—¿Lastima qué? —preguntó haciendo que él rozara sus narices suspirando, acercando sus labios a los de ella, quedando a milímetros de besarse sin dejar de mirar sus ojos. 

Mi Maldito Error - Mia y Miguel RBDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora