Capítulo No. 45

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Mia

Estoy tan nerviosa, siento que me falta el aire, me sudan las manos, me duele el estómago, tengo el corazón acelerado. Por Dios, cálmate Mia. Voy en un taxi de camino a verme con él. ¿Qué me va decir? ¿Cómo me va explicar lo que pasó? ¿Serán suficientes sus explicaciones para poder continuar? ¿Se puede reconstruir algo después de que se rompió? Estoy tan perdida en mis pensamientos que no me doy cuenta cuando el taxi se detuvo.

—Señorita, ya llegamos —dice el taxista llamando mi atención.

—Discúlpeme, gracias —entregándole el dinero y saliendo del auto.

Me quedo por un momento mirando el edificio hacia arriba, mirando hacia el apartamento. Hace solo unos meses estuve aquí, pero se siente como hace un siglo. Era de noche, igual que ahora. Recuerdo lo nerviosa que estaba cuando había llegado, y lo triste y decepcionada que estaba cuando me fui. Y ahora volvimos al mismo lugar. Parece un ciclo interminable entre los dos.

Pero ya no soy esa chica. Si, estoy nerviosa, pero no son los mismos nervios, ni los mismos pensamientos. Ya no soy esa chica que pensaba que no era suficiente para él, al contrario, valgo mucho. Soy más fuerte de lo que pensaba y estoy dispuesta a tomar lo quiero, a mi manera.

Entro al edificio y tomo el ascensor, que me lleva directamente hacia mi destino. Camino hacia la puerta, tomando una respiración profunda antes de tocar el timbre. Lo presiono una sola vez, pero solo pasan unos segundos para él abra la puerta.

Que guapo esta. Con unos solo jeans, una camisa blanca un poco remangada en sus fuertes brazos y unos tenis, hay que reconocerlo, se ve tan sexy. Su pelo está recién lavado y hasta se perfumó. Me dan ciertas ganas de reírme, porque está en modo conquista 2.0.

Veo como sus ojos recorren todo mi cuerpo, viendo mi blusa azul con mi estómago al descubierto, con una falda de volados que llega por encima de la rodilla a juego y un sombrero rojo vino sobre mi cabeza. Respira profundamente, como aliviado de que haya venido. Pensó que no vendría.

—Dios, estas tan bella... Pasa por favor —dice haciéndose a un lado para dejarme entrar.

El tono de voz me dice lo nervioso que está. Qué bueno, siento no estoy sola en este manejo de nervios que me provoca su presencia. Cuando entro me doy cuenta de que todo el apartamento está decorado. Pero diferente a la última que estuvimos aquí. En ese momento había velas y pétalos de flores rojos.

Hoy hay flores, pero blancas. Muchas flores blancas por todo el lugar, luces doradas colgadas en la pared y en las ventanas, dándole un toque de tranquilidad y sensibilidad muy especial. También hay pétalos blancos en el piso y la única vela decora la mesa central al frente del sofá. Me quedo mirando todo el lugar, anonadada de todo lo que hizo.

Siento como se acerca a mi espalda y mueve su brazo hasta dejar una rosa blanca delante de mí. La tomo entre mis dedos, acercándola a mi nariz, para absorber su bello aroma.

—¿Cómo hiciste todo esto?

—Tuve mucha ayuda. Todo esto es para ti.

—¿Por qué estoy aquí Miguel?

Me toma de la mano para darme la vuelta lentamente, quedando frente a él. Sube mi mano hasta su rostro, besando suavemente la palma de mi mano con los ojos cerrados. Sin soltar mi mano, vuelve a abrir los ojos, reflejando en su mirada una intensidad y anhelo que llega a lo profundo de mi.

—Te prometí que en unos días te iba a explicar todo. Te pedí unos días para arreglar las cosas. Quizás para ti fue rápido, pero para mí ha sido eterno. Ven, siéntate por favor.

Mi Maldito Error - Mia y Miguel RBDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora