CAPÍTULO LXIX: LA FAMILIA NO SIEMPRE ES AGRADABLE (2)

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Un verdadero hombre no se inclina ante nada o nadie. Eso había dicho su padre desde que tenia uso de razón, aunque no recordaba más que esas palabras, en el fondo de su ser albergaba el deseo de que su padre se volviera bueno, todos nacemos buenos pero la sociedad los retuerce pero, al parecer, su padre era prueba de que la realidad era que cada ser humano nace con un color y él era negro sin oportunidad de aclararse. Se preguntaba si alguna vez amo a alguien, aunque fuera a su madre... pero por las historias contadas por algunos pocos que vivían de ese entonces, la respuesta era que incluso cuando nació, no lloro. Los médicos habían pensado que estaba muerto o que no respiraba pero sorprendentemente respiraba y parecía aburrido de cuanto veía. La enfermera negó con la cabeza y lo entrego a la madre que en lugar de sonreírle al bebé, lo rechazo diciendo que la maldad no amaría nunca a quien le dio la vida.

Así fue, con la profecía lanzada por la madre, el niño jamás amo a nadie... a nadie que alguna persona conociera. Porque, los pocos que han nacido y vivido en la oscuridad saben que cuando un rayo de luz toca su rostro, la codician. Se vuelven salvajes por claridad, calor y consuelo. Los que siempre han sido de la luz no la aprecian, no saben el valor que tiene pero quien la conoció después de años en el frio del olvido y la nada, ambicionan devorarla. Pero, lejos de estas dulces metáforas, hay otros seres que no desean ambas cosas; ni vivir en la oscuridad no ser tocados por la luz, sino desean destruir ambos. Los verdaderos agentes del caos. Los agentes del caos solo destruyen, destruyen y destruyen, conocía a dos así y desgraciadamente uno era su padre y otro el tío de sus sobrinas que se suponían debían dirigir Japón y por la muerte de Issei fueron dejadas de lado. Ese seria un error que no se perdonaría, debió haber luchado más por ellas y en su lugar permitió que su padre tomara control arbitrariamente y formara una especie de feudos donde sus más depravados seguidores harían lo que desearan y para cuando él tomo bajo su control el lugar era un caos, la advertencia de no meterse en los negocios que su padre cimento lo convirtió más en culpable.

En ese momento estaría en un pequeño juicio en aquel despacho, aunque parecía una oficina común con un excelente gusto en la decoración y mucho licor para una buena fiesta y el olor de puros de calidad, estaba ÉL DRAGON y el "abuelo". Pero cuando alguien estaba frente a él, se perdían títulos para quedarse desnudos con su puro nombre de nacimiento y así acepto el ser degradado de su poder para solicitar un milagro. Conto todo, sin comerse detalles y con la esperanza de obtener al menos una pizca de esperanza en ese mar de caos que se venía.

- ¿Puedo saber cómo permitiste semejante estupidez, Hyeseong? -cuestiono el "abuelo" con gesto ofendido pero curioso.

-Mi incompetencia fue el causante, mi señor. -dijo de rodillas y con todo el porte de un arrepentido y humillado señor feudal. -Pido perdón y piedad.

El "abuelo" suspiro y se rasco la barba con un deje de enfado por tanta ceremonia innecesaria para pedir ayuda y perdón por su estupidez. Medito un poco más y prefirió que el pobre chico se estremeciera más. Aunque no era que le desagradara Hyeseong, de hecho adoraba al hombre. Inteligente y capaz de ser un demonio sin piedad que desgarra el alma elegida para el calvario pero a su vez era una persona extremadamente amable y caritativa. Lo sabía, así como su hermosa esposa, Dajeong.

-Ya levanta la cara, empiezas a colmarme el plato, Hyeseong. -dijo con frialdad. -Además, no creo que pueda culparte de todo, incluso gran parte fue mi propio descuido e indiferencia a nuestro hermano Issei. -farfullo con algo de vergüenza.

El hombre alzo su rostro y miro al "abuelo" con expresión expectante. No esperaba misericordia o un trato amable en muerte rápida, solo quería arreglar su mierda y después pagar por ello, después de todo el clan era muy estricto con los errores producto de una falta de carácter y firmeza en las correas de los perros.

EN BUSCA DE LA LIBERTAD  (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora