CAPÍTULO XXX: EL SECRETO (2)

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Cuando Yuzu dejo a solas a los tres, ellos continuaron la conversación de la forma ideal para resolver un conflicto de semejante importancia. Aunque al inicio Eiji demostró su enojo y furia, al final decidido dejar por la paz el tema, entendía que Ume, su hija, a la persona que más fastidio con sus ideas estúpidas. Entendía que su hija hubiera ocultado que Noa estaba en coma todos esos años, comenzó con la idea de que en un futuro la chiquilla pudiera salvarse una vez Yuzu mostrara una salud mejorada.

De ponerse en el escenario principal que motivo a Ume, Eiji entendía el secreto, él mismo habría presionado a Ume para desconectar a Noa y decirle adiós al asunto inútil que dejaba ver que no deseaba más tener que arrastrar una niña obsoleta. Sí, esa mierda de ser humano fue él y aunque jamás pudiera expiar sus pecados, él dejaría en claro que no sería la misma persona y que intentaría con sus últimos años de vida retribuir un poco a lo que daño.

-Ume... puedo arreglarlo todo, hija. -le dijo en tono suave. -No debes preocuparte por el aspecto legal. Solo concéntrate de Yuzu.

-Eso es lo que más me aterra, padre. -le dijo sin poder alzar la cara. –Que me odie Yuzu... y lo va a hacer, porque yo le oculte que Noa esta con vida y sobre todo, que he estado esperando por este momento en el cual le pueda devolver parte de la medula.

Eiji y Miyuki se miraron asombrados por aquello y no pudieron decir consuelo alguno. Mantuvieron sus bocas cerradas hasta que Ume rompió en risa histérica que los alarmo.

-Oh, es divertido esto, ¿verdad? -dijo riéndose mientras intentaba contenerse. -Yo siempre te maldije por ser un imbécil, padre. Una persona que solo pensaba en sus intereses y le importaba una mierda las personas y entonces... entonces años después yo hice exactamente lo que odiaba de ti.

Miyuki se disculpó con Eiji con la mirada, el hombre negó con la cabeza, se merecía eso y más. Escucho el dolor de su hija con calma.

-Aun así, no es tu culpa cariño, pensabas en Noa. -le susurro Miyuki poniéndole la mano en el hombro. -No pueden odiarte, ninguna de ellas, porque eres su madre y lo hiciste pensando en ellas.

Eiji se armó de valor para hablar.

-Es normal arrepentirte, hija. Los errores que uno comete son una carga pero te aseguro que no te dejare sola en esto, tienes mi palabra.

Ume volvió a reírse pero en bajo, como si aquello le produjera asco.

-Aun si no me perdonan nunca, yo no me arrepentiré de lo que hice. -dijo Ume firme, con las lágrimas acumulándose en sus ojos verdes. -Quería salvar a Noa y lo lograre, estoy a nada de lograrlo, si me arrepiento de eso significaría menospreciar la vida de mi hija, ¿lo entienden ustedes?

Miyuki y Eiji miraron a la mujer con preocupación y asintieron un poco. Lo normal sería pensar que la cordura se le resbalo de entre los dedos como si fuera agua y nadie podría contradecirlos en la aseveración, aun así la situación de Ume era familiar para ellos.

La misma Miyuki había dispuesto de Yuzu como una muñeca de repuesto que ocupaba el lugar del hijo que no pudo tener hasta después, cuando por fin se embarazo de Issei. Cuando Yuzuhisa nació, Miyuki mando lejos a Yuzuko con tal de atender a su hija biológica. A su vez, siempre desprecio a Noa, no en sentido de aborrecerla pero nunca la considero como su familia, eso nunca lo negaría porque sería un insulto a Noa. Yuzu basto en los momentos cuando su soledad maternal la azotaron y nunca pudo renunciar a eso pensando en los sentimientos de Yuzu. La había tratado como un perrito al cual compras por mucho dinero solo para satisfacerte el antojo. Con la muerte de Yuzuhisa y la enfermedad de Yuzuko, solo pudo sumirse en la culpa de sus acciones y mantenerse lejos del asunto, no era merecedora de siquiera estar a la vista de su hija. Porque lo era legalmente y emocionalmente, era su hija y nunca la trato como tal todos esos años.

EN BUSCA DE LA LIBERTAD  (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora