🌊•Capítulo 19•🔥

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Katie Chan Jary

Una vez dentro del apartamento, coloqué la maleta que cargaba frente a la habitación de Lia. Kim y su hermana imitaron mi acción y pusieron el resto de los bolsos alrededor de la maleta que había dejado. Para mi desgracia, lo primero que hizo el alto peli negro fue ir a la cocina.

¡Oh, no! Va a ver el desastre que hice.

Mordí mis uñas a causa del nerviosismo y corrí detrás de Kim para detenerlo, pero era demasiado tarde, había llegado detrás de él.

—Jary... —fueron sus palabras al contemplar mi obra de arte. Se giró hacia mí, apretando la mandíbula— ¡¿Me puedes explicar qué es todo esto?!

Rápidamente bajé la cabeza y me acerqué a él para pedirle disculpas.

—Lo siento, Kim —me arrodillé a sus pies, tan dramática como siempre—. Traté de hacerlo lo mejor que pude, pero... ¡NO ME SALIÓ!

Se escuchó en toda la cocina su enorme suspiro, inhalando paciencia.

—Te perdono —alcé la cabeza del suelo confusa al escuchar su confesión. ¿Me había perdonado por todo lo que hice?

—¿En serio? —le pregunté, empezando a ponerme de pie para quedar frente a él— ¡¿En serio?! —volví a preguntar exageradamente.

Él me dedicó una mirada tierna, o eso era lo que yo veía porque sabe Dios lo que estaba pensando.

—Sí, te perdono, pero tendrás que limpiar todo esto  —alzó su dedo y con él señaló toda la habitación en un movimiento giratorio.

Me quedé boquiabierta. Mis brazos cayeron a los lados de mi cintura.

Él torció sus labios, —Eres tan torpe.

Eso me dolió, giré los ojos y me crucé de brazos, con la mirada en otro punto. Sentí una mano suya en mi hombro—. Pero así te quiero.

Lo observé otra vez, ya feliz. Siempre era tan tierno, y yo tan... torpe, tonta, boba... Hasta que me puso a limpiar mi desorden, entonces lo odié.

Una hora después... Fue difícil, pero conseguí dejar deslumbrante toda la cocina, sin una plizca de polvo. Iba a sentarme a descansar en un sillón de la sala de estar, pero preferí simplemente rescostarme a la pared cuando intercambié miradas con Lia. Tragué grueso.

—No te voy a hacer nada —expresó ella sin siquiera mirarme, dándole un trago al vasito de refresco que traía en sus manos.

La chica de ojos verdes se puso de pie y se encaminó hacia la cocina, con mi novio detrás. Yo no sabía qué hacer, ya había molestado demasiado en un día, además, ellos necesitaban tiempo a solas.

Recordé que aún andaba en el pijama de Lia qué Kim me prestó, pero creo que su dueña no llegó a darse cuenta de que era suyo. Mejor, ¿no? Antes de que se enterara, entré rápido a la habitación para buscar mi ropa y cambiarme. Aunque... Era un traje de concierto, no era muy "normal". Tenía miles de brillos y escarcha por todas partes, sin mencionar que casi no me permitía respirar por lo ajustado que era. Me alarmé, si Lia entraba a su cuarto y me veía en él, le daría un ataque de celos.
La puerta se abrió y casi me desmayo.
Era Kim. Suspiré, calmada.

Él me examinó de pies a cabeza, por suerte aún no había empezado a desvestirme. Sus ojos azules se enfocaron en el traje que llevaba en mis manos.

—¿Pasa algo?

—No, es solo es que me quería cambiar de ropa ya que esto —señalé el pijama de Lia que vestía en este momento— de tu hermana. No debería llevarlo estando ella presente, se puede molestar.

Él suspiró, cerrando los ojos, —Sé que Lia desde tu punto de vista parece ser una niña malcriada, y no te culpo, pero ella en realidad no es así. Es solo que está un poco celosa de tí, creo que es porque nunca antes había tenido que compartirme.

Incliné mi cabeza hacia un lado con una sonrisa tierna en los labios, era adorable ver cómo una chica quería tanto a su hermano mayor, y eso que yo no tengo hermanos.

—No importa, la entiendo. Es solo que no quiero molestarla en cuanto al tema de sus pertenencias. No son mías, Kim, no puedo tomarlas sin permiso.

—Puede que sí, pero te di ese pijama porque a ella nunca le gustó, así que no hay problema con eso —confesó, dando un paso al frente.

Me tomó de la mano, dirigiéndose a la puerta para ambos salir. Lancé mi traje hacia la cama, pero en vez de caer en la cama, como quería, cayó en el suelo. No le di importancia.

Él me llevó a la cocina en donde estaba Lia cocinando. Utilizaba técnicas impresionantes, movimientos rápidos con el cuchillo hacían que la carne quedara cortada en trozos parejos. Encendió la sartén y al cabo de más o menos un minuto, colocó la carne con cuidado. Puso la estufa a fuego medio e hizo otra cosa, pero no sé que era.

Kim sonrió y caminó hacia ella, se detuvo a un lado, apoyando sus manos en el desayunador y observando detenidamente a Lia antes de molestarla.




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