🌊•Capítulo 16•🔥

48 39 20
                                    

Kaito Kim

Entré a mi habitación y me acosté en mi cama luego de haber apagado la luz. Acomodé mis manos detrás de mi cabeza, sin el más mínimo sueño. Solo podía pensar en Jary, ese color ámbar tan vivo y extraño que poseen sus ojos, esos labios tan suaves y rojos... A los cuales tuve la oportunidad de besar esta noche.

Sonreí, tan sólo recordarlo me ponía medio sonrojado. Empecé a cerrar los ojos soñando con ella, hasta que a la mitad del sueño me dormí.

Cuatro horas después, me desperté de un salto al escuchar vibrar mi teléfono en mi oído. Terminé cayendo de la cama dándome un golpetazo en la cabeza. Me senté en el suelo, acariciando la parte en la que me había golpeado. Agarré el teléfono y contesté.

—Buenas noches, Kaito —dijo una voz femenina al otro lado de las líneas.

—¿Quién habla?

—La doctora Park Yenny. Perdón por molestarte a estas horas, pero es que tenemos una pequeña emergencia.

—Cuénteme.

—Su hermana tuvo un resfriado toda la madrugada, ella quiere verlo.

Me preocupé mucho.

—Está bien, ya voy para allá —y tras eso colgué. Dejé el teléfono encima de mi mesa de noche y me dirigí al baño para cepillarme los dientes lo más rápido posible.

Cuando terminé, corrí hacia mi armario para vestirme, luego me puse mi chaqueta, cogí mi teléfono y mi billetera y los guardé en mis bolsillos. Salí de mi habitación y me encaminé a la salida del apartamento, pero recordé que Jary no sabe que voy a salir, así que se puede preocupar. Tras un suspiro me apresuré en coger un papelito amarillo, tomé mi bolígrafo azul y empecé a escribir. Dejé la nota encima de la mesa del comedor y me dirigí a la salida. Al haber bajado diez pisos abajo mediante el ascensor, encendí mi auto y aceleré para llegar pronto al hospital.

Estuve allí en un total de diez minutos, me costó, pero lo hice. Subí pisos arriba hasta la habitación donde debía estar mi hermana. Ella —como ya había mencionado antes— es muy delgada, casi al punto de parecer esquelética; poseé un fascinante cabello rubio y ojos verdes que heredó de mi madre, quien era de origen latino. En cambio, nuestro padre es coreano y sorprendentemente de ojos azules, los cuales heredé yo.

Me detuve frente a la puerta que conducía a la habitación de Lia, suspiré, llenando mis pulmones de aire, y entré.

Lia Kim

Estaba dibujando un personaje de una serie anime que me gustó mucho, cuando siento que una puerta se abre. Rápidamente alcé la mirada y una sonrisa cargada de alegría se formó en mis labios al ver quién acababa de llegar.

—¡Hermano! —grité con todas mis fuerzas, alzando mis brazos para darle un fuerte abrazo.

Él caminó hacia la cama, se inclinó hacia mí y me abrazó con las misma ganas que yo. Cuando nos separamos, no dudé en sonreírle y él me devolvió la expresión. Estaba muy feliz de volver a verlo.

—¿Cómo te sientes? —preguntó  apoyando su mano en mi frente y apartando algunos mechones rubios de esta, para, supuestamente, tomar mi temperatura.

Asentí con la cabeza, —Estoy bien. La fiebre ya me ha bajado mucho gracias a las medicinas de mi doctora, pero aún tengo un poco de tos —admití, bajando un poco la cabeza.

Él sostuvo mi mentón, obligándome a mirarlo a los ojos,  —¿Qué pasa?

Niego con mis manos, restándole importancia a mis anteriores palabras, —Nada. Es solo que me están preocupando algunas cosas... además de mi enfermedad.

Él inclina un poco la cabeza, preocupado, —¿Qué cosas?

Que no quiero volver a la escuela, se van a reír de mí. Este año ha sido duro, sin poder salir, viviendo entre gente que me deja sola la mayor parte del día en esta horrible habitación «era lo que le quería decir, pero no me atreví. Tan sólo pensar que ya me iba mal antes del cáncer, me ponía peor.

—¿Lia? —me pregunta mi hermano acercándose a mí, sacándome de mis pensamientos.

Levanté la cabeza para demostrarle que sí le escuchaba. Un sonrisa de hermano mayor se reflejó en sus labios. Él me inspeccionó de arriba a abajo con la mirada, sus ojos azules se detuvieron en mi cuaderno, el cual aún sería abierto en la misma página. Lo tomó en sus manos para observar detalladamente lo que estaba dibujado. Luego de unos cuantos segundos, me contó qué le pareció, aún admirando mi obra.

—Wow Lia, es hermoso. Vas a ser una gran artista, ¿sabías?

Me reí, sarcástica, —Claro que no —señalé al dibujo— eso es sólo una hormiguita comparado con el gran árbol que representan otros dibujos.

Negó con la cabeza, —No digas eso. He visto obras con mis propios ojos y ninguna es así como esta —sonrió—. Lo que pasa es que el autor es incapaz de darse cuenta de su propio talento.

Me reí para mis adentros. En serio me gustaba su compañía.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
UNIQUE LOVE✔ (#1SAGA: PRIMEROS AMORES) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora