Su jefe era un tirano por el día y un playboy por la noche; y él solo era su asistente hasta que le propone un nuevo contrato.
-¿Cómo su asistente personal?
-No. Como mi prometido.
¿Qué puede suceder cuando ambos se detestan y tienen que actuar ena...
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Era un matrimonio civil. No era un lugar ostentoso, era un salón grande con detalles blancos y dorados. Música suave y de ensueño.
Los dos delante de la persona que los casaría.
Los nervios de Jimin se podían notar, jugando con sus dedos y mordiendo ligeramente su labio inferior. Jungkook lo notó y tomó su mano entrelazándola con la suya.
Jimin lo miró sorprendido, aún con los nervios a flor de piel, pero cuando lo vio sonreír. Todo sentimiento ansioso se esfumó, de alguna manera sintió seguridad. Dio un último vistazo hacia su lado izquierdo y vio a sus dos amigos susurrándole: faitin.
La ceremonia empezó. Jeon Jungkook y Park Jimin por fin estaban casándose. Sus testigos: Jung Hoseok y Kim SeokJin. Sus invitados anfitriones fueron: Kim Taehyung, Min Yoongi y Kim Namjoon.
Se leyó, se pronunciaron sus votos y se proclamaron oficialmente esposos. Jeon Jungkook y Jeon Jimin.
Jungkook le puso una alianza, tal como su ahora esposo le había pedido. Jimin hizo lo mismo. Ambos miraron sus manos por unos segundos luego se miraron a los ojos ese brillo en ambos era único.
Sonrieron.
—Ya estoy marcado como tuyo, así que supongo que ya es oficial —dijo Jungkook con un deje de diversión.
El juez de paz se echó a reír.
—En cuanto haya besado al novio, señor Jeon.
Jungkook sonrió y asintió.
—Ven aquí… —susurró.
Tomó a Jimin de la cintura acercándolo más a su cuerpo. Inclinó la cabeza y sus miradas se cruzaron una vez más. Un roce de labios mientras le colocaba una mano en la nuca y lo atraía hacia él para besarlo.
Un beso que reflejó amor y deseo por quien los viera. Sus labios moviéndose lento, sus lenguas jugando entre sí y un revoltijo de emociones en su estómago.
Cuando Jungkook se apartó, Jimin abrió los ojos, y se sorprendió al ver la sincera ternura en su mirada. Sus labios estaban rojos y sus mejillas sonrojadas, digna imagen de capturar en una fotografía. Su sonrisa también era genuina y Jungkook no pudo evitar dejar otro beso sobre los labios de su esposo. Esta vez uno más corto.
—Estamos casados, Jungkook. —susurró Jimin.
Y Jungkook no supo por qué le satisfacían esas palabras, era extraño pero le gustaba.
—Lo estamos, Jimin. Estamos casados.
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