Su jefe era un tirano por el día y un playboy por la noche; y él solo era su asistente hasta que le propone un nuevo contrato.
-¿Cómo su asistente personal?
-No. Como mi prometido.
¿Qué puede suceder cuando ambos se detestan y tienen que actuar ena...
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—Cariño...
Jungkook entró a la habitación. Jimin levantó su rostro y ,cuando cruzaron miradas, sintió sus ojos cristalizarse de nuevo. Sus mejillas estaban rojas al igual que su nariz. Su esposo se acercó hasta sentarse al lado de él sobre la cama.
Jungkook le acarició el rostro y plantó un corto beso en sus labios.
—Lo siento —murmuró Jimin.
—No tienes porqué disculparte, amor.
Jimin se quedó callado por unos segundos y se lanzó a su esposo que con gusto lo recibió entre sus brazos. Se aferró a él con fuerza y comenzó a sollozar.
Se sentía tan tonto por llorar, pero no podía evitarlo. Se había ilusionado tanto que cada día que pasaba le hablaba a Jungkook sobre la futura habitación de su hijo. Los juguetes que comprarían y sus ropitas.
Incluso había planeado cómo sería su primera salida como familia.
—¿Tú crees que seré un mal padre? —habló Jimin escondiéndose en el pecho de su esposo. Había recordado las palabras de aquella persona.
«Un niño tendrá un hogar feliz con un padre y una madre. No un hombre que la reemplace como tal»
—Serás el mejor de mejor del mundo, cariño.
—P-Pero ella dijo...
—¿Acaso importa lo que esa mujer dijo? —preguntó. Se separó de su esposo unos centímetros y acunó su rostro entre sus manos, acariciando sus mejillas con sus pulgares—. Solo tú y yo sabemos cuánto deseamos ser padres. Y te prometo, mi amor, que lo vamos a ser. Tendremos a Seungmin correteando por toda la casa —besó su frente.
—Y si...
—No. No te apresures a pensar en negativo. Mejor luchemos para que nuestra solicitud sea aceptada, ¿Bien?
—Bien —dijo suspirando. Pasó sus manos por su rostro, secando cualquier rastro de sus lágrimas—. Te amo.
—Te amo, cariño.
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