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—Jungkook, ¿puedes entrar?

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—Jungkook, ¿puedes entrar?

—Mierda —murmuró—. Si no salgo de la habitación, cuida a Jimin por mí.

Suni esbozó una sonrisa y le dio unas palmaditas en el hombro.

Jimin le puso una mano en el brazo, aguantando la risa.

—Lo siento.

—Tranquilo.

Jungkook ingresó con Jimin detrás.

Antes se había enfrentado a clientes furiosos en el trabajo. Había aguantado el tipo en salas de conferencias llenas de rostros poco amigables que esperaban que su presentación fuera un fracaso. Sin embargo, descubrió verse sudando delante de esa anciana de gesto adusto y tomando a su esposo de la mano, como si fuera un talismán.

Song-I lo miraba fijamente.

—Te has casado con mi Jiminnie.

Jungkook tragó saliva y asintió.

—Sí.

—Sin mi permiso.

—Sí.

—¿Por qué?

—Nunca lo había hecho. No sabía que tenía que preguntar antes...

Song-I agitó una mano.

—A veces, eres un poco lento, ¿verdad, jovencito?

Tragó saliva, de nuevo.

—¿C-Cómo dice?

—¿Por qué te has casado con él?

—Porque no puedo vivir sin ¿él.

—¿Y por qué no me lo has dicho nunca?

Jungkook no sabía qué le habría dicho Jimin a su abuela, pero intuyó que no debía alejarse mucho de la verdad.

—Me casé con él a la carrera porque no quería perderlo. Lo necesitaba en mi vida. Nos preocupaba que no aprobases nuestra unión, pero esperaba que si llegabas a conocerme bien, tal vez aceptaras la idea de que se casara conmigo.

—Es demasiado bueno para ti.

Jungkook se rió, era cierto.

—Sé que lo es.

—Debiste haberme preguntado antes.

—Y tienes toda la razón, lo siento.

—Mi Jiminnie dice que es feliz.

—Yo también lo soy —miró de reojo a Jimin—. No deja de asombrarme.

Song-I sorbió la nariz.

—Espera y verás. Todavía no has visto nada, niño.

—Me lo imagino.

La anciana frunció los labios. Se parecía tanto a Jimin.

—No te quitaré los ojos de encima.

—Lo tendré en cuenta.

—Muy bien, me debes un pastel

—¿Un pastel?

Jimin se acercó y colocó una mano en su hombro. Ver el anillo en su mano lo hizo sonreír. Sin pensar, le besó la mano y el gesto hizo que la anciana sonriera de oreja a oreja.

—Siempre hay que celebrar las cosas buenas con un pastel.

—Siempre hay que celebrar las cosas buenas con un pastel

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Luv Deal | Kookmin au ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora