El celular de Jungkook había sonado, pero no le prestó atención. Tenía un leve dolor de cabeza y ya quería llegar a casa a descansar y ver a su Jimin.
Estacionó el auto afuera de su residencia y le dio las llaves al portero. Pasó su mano por el cabello, desordenándolo un poco y caminó hacia la entrada de su hogar.
Abrió la puerta e inmediatamente oyó voces. Sonrió al reconocerlas. Choi Suni estaba de visita... otra vez.
—¡Cariño!
Unos pasos apresurados por el pasillo se escucharon y enseguida su esposo apareció. Parecía nervioso, algo poco habitual cada que llegaba a casa. Estaba acostumbrado a verlo tranquilo y se sorprendió cuando Jimin se tiró a sus brazos y rodeó su cuello con sus brazos.
—¿Estás bien? —le susurró en el oído.
—Suni le tiene miedo a las tormentas —dijo en voz baja—. Su marido no está en su casa y está sola. Así que me pidió si puede pasar la noche aquí.
Jungkook procesó sus palabras hasta que cayó en cuenta a la realidad.
—¿En tu dormitorio? —le preguntó, preocupado.
—Sí.
—¿Está...?
—Todo preparado, sí.
—De acuerdo.
—Yo no... —balbuceó Jimin.
—No pasa nada, cariño.
Jungkook sonrió y caminó hacia la sala de estar junto a Jimin.
—Hola, Suni.
La chica que siempre estaba llena de estudiamos se encontraba hecha bolita en un rincón del sofá. Estaba pálida y parecía asustada.
—Jungkook, cuanto lo siento. Me dan miedo las tormentas. Mis padres no están y mi esposo tampoco. No sabía qué otra cosa hacer. La casa me parece enorme cuando él no está.
—No pasa nada. Me alegro de que hayas venido.
—Jimin me ha dicho que no he interrumpido ninguno de sus planes.
—No. De hecho, me duele la cabeza. Estaba deseando pasar una noche tranquila en casa. La pasaremos juntos, ¿de acuerdo?
—Gracias.
—De nada. Voy a darme una ducha y a cambiarme.
—Te llevaré una pastilla —dijo Jimin—. ¿Seguro que estás bien?
—Se me pasará. Voy a acostarme un rato.
—Te llevaré una compresa fría también.
Jungkook pasó por su lado y se inclinó para darle las gracias con un beso en la cabeza.
—Gracias, eso me ayudará.
•
POV JUNGKOOK
Entré en mi habitación y me detuve un instante. Jimin estaba en todos los rincones. Había unas cuantas fotos de Song-I con nosotros. La mesilla de noche, que antes estaba vacía, tenía libros y un vaso medio lleno. En la cómoda había varios frascos, botes y también estaba su perfume preferido. Sin mirar, supe que había guardado su ropa en los cajones inferiores de la cómoda y que en el armario seguía todavía todo lo que había planeado trasladar esa misma semana.
Su cepillo de dientes estaba al lado del mío en el cuarto de baño. Sus cosméticos estaban en la encimera del lavabo. Debía de haberse movido a la velocidad de un tornado para hacer que esa también pareciera su habitación.
Me estaba esperando cuando salí de la ducha, con la compresa fría en una mano y las pastillas en la otra. Había cerrado la puerta en aras de la intimidad.
—¿Cuánto tiempo has tenido para organizar todo? —le pregunté en voz baja.
—Cuando me llamó llorando para preguntarme si podía pasar la noche con nosotros, empecé a cambiar las cosas de sitio todo lo rápido que pude. Le dije que estaba fuera, que volvería a casa en una hora. No supe decirle que no.
—Te entiendo.
—¿Te parece bien?
Suspiré y extendí una mano para que me diera las pastillas.
—No pasa nada. Menos mal que la cama es grande. Tú te quedarás en tu mitad y yo, en la mía. —Sonreí—. Mientras tú estés cómodo, todo esta bien.
Después de tragarme las pastillas, extendí el brazo para que me diera la botella de agua que llevaba en la mano.
—A menos, por supuesto, que quieras renegociar el tema del «coger o no coger» Aunque recordando días atrás... —Me miró con el ceño fruncido y no pude evitar inclinarme para besarlo en los labios, mientras reía.
—Dudo mucho que estés en condiciones de demostrar tu habitual maestría en este momento. Sobre todo porque estás desentrenado... y porque te duele la cabeza.
Sonreí y me dejé caer sobre el colchón. Solté un gemido aliviado cuando él me colocó la compresa fría en la frente.
—Podría hacer un esfuerzo.
Me sorprendió sentir sus labios de nuevo sobre los míos.
—Que te cojan, Jeon.
Sus palabras carecían de veneno y mi oferta era una broma. Ambos lo sabíamos, y nos echamos a reír. Nuestras carcajadas resonaron en la habitación.
—Descansa y te avisaré cuando la cena esté lista.
Le cogí la mano y la besé.
—Te estás ablandando —dijo al tiempo que pasaba la otra mano por mi dolorida cabeza.
Cerré los ojos y me rendí a sus tiernas caricias.
—Tú tienes la culpa —murmuré.
—Lo sé.
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Luv Deal | Kookmin au ✔
FanfictionSu jefe era un tirano por el día y un playboy por la noche; y él solo era su asistente hasta que le propone un nuevo contrato. -¿Cómo su asistente personal? -No. Como mi prometido. ¿Qué puede suceder cuando ambos se detestan y tienen que actuar ena...